Cómo se tomó la imagen del Padre del Aula a un día de su muerte y por qué era una costumbre para la época.
Foto de Sarmiento después de morir.
Cada 11 de septiembre se conmemora el Día del Maestro en Argentina, ¿el motivo? en homenaje al padre del aula: Domingo Faustino Sarmiento quien murió en esta fecha en 1888. Sarmiento fue presidente de la República y entre varios de sus logros se encuentra el de haber impulsado la educación, viéndola como un pilar para el desarrollo del país. Pero además de lo que hizo en vida, se lo suele asociar con una foto poco frecuente para nosotros, pero una tradición para la época: ser retratado muerto.
Sarmiento murió en Asunción, Paraguay, a los 77 años por una deficiencia cardíaca. Había viajado a ese país justamente por motivos de salud, para evitar que el frío de Buenos Aires siga haciendo estragos en su cuerpo ya golpeado. La famosa foto que pasó a la posteridad fue tomada un día después de su muerte: el 12 de septiembre y el fotógrafo se llamaba Manuel San Martín.
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Para lo que nosotros podemos ver como algo de "mal gusto", para la segunda mitad del siglo XIX era una práctica corriente. La fotografía se inventó en 1839 y lo de hacer posar a difuntos se volvió rápidamente una costumbre. Es decir, Sarmiento no fue una excepción.
El muerto podía aparecer solo o con el resto del grupo familiar, se lo vestía normalmente e incluso eran maquillado y acomodados en poses de modo tal que parecieran vivo. El objetivo no era más ni menos que dejar una especie de recuerdo a la familia y una constancia del momento. En el caso de Sarmiento, fue una foto "posada" y publicada por la prensa de Buenos Aires que seguía activamente la salud del expresidente.
Domingo Sarmiento cuando fue retratado tras ser elegido presidente.
El Padre del Aula sabía que ese viaje a Asunción era el principio del fin, en su último viaje a Buenos Aires acondicionó el terreno que le cedieron en el Cementerio de la Recoleta y organizó su entierro. Se fue en mayo de 1888, acompañado de su compañera Aurelia Vélez Sarsfield a quien le escribió "venga, juntemos nuestros desencantos para ver sonriendo, pasar la vida".
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Fue el embajador argentino en Paraguay, Martín García Mérou, quien tomó la decisión de retratarlo muerto ante la importancia del personaje. El cuerpo fue movido de lugar, había muerto en una cama con mala iluminación y fue trasladado a un sillón mecánico. Lo hicieron entre cuatro personas.
Sarmiento yace muerto en su catre de hierro.
Por la rigidez del cuerpo, no se lo pudo sentar en una posición natural y por eso se lo ve así en la foto. Al ser un sillón mecánico, lo colocaron casi acostado y le taparon las piernas para simular el lógico endurecimiento.
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Cuando la foto empezó a circular por los diarios, se instaló la idea de que Sarmiento murió trabajando en sus escritos y corrigiéndolos. Una explicación un tanto más romántica que la de morir en la cama, sin hacer estar haciendo lo que mejor sabía hacer.
A la foto le agregaron una pantalla, como si se hubiese abanicado hasta su último aliento. "Se apoyó el brazo izquierdo en flexión sobre la mesita giratoria del sillón y la derecha quedó reposando sobre el muslo del mismo lado", escribió su médico Alejandro Candelón.
Tras la foto de rigor, se le realizó otro rito de la época: tomar su máscara mortuoria. Luego fue embalsamado y sus restos embarcados a Buenos Aires diez días después. El barco se detuvo en cada puerto para que la gente pudiera despedirlo.
Por Yasmin Ali
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