La dramática historia de amor entre Manuel Dorrego y Ángela Baudrix: un fusilamiento, cartas de despedida y dos hijas huérfanas

El 13 de diciembre de 1828, en Navarro, el hasta hace poco gobernador de la Provincia de Buenos Aires fue asesinado por orden del General Juan Galo de Lavalle. Atrás del hombre quedaba su familia, sin un sustento y teniendo que rebuscársela para que a sus pequeñas no les falte nada.

Manuel y Ángela
Manuel y Ángela Foto: Archivo

Juan Manuel de Rosas fue uno de los hombres más importantes de la historia argentina, se mantuvo en el poder por más de 20 años. Fue un episodio puntual impulsó su carrera política: el fusilamiento del gobernador Manuel Dorrego, el 13 de diciembre de 1828, orquestado por Juan Lavalle.

Detrás de este antes y después para la política quedaron en el camino una viuda y dos hijas, olvidadas por la historia, debieron rebuscársela para vivir. Cartas de despedida y el destino de una de ellas que nunca pudo superar la pérdida de su padre.

¿Por qué fue fusilado Dorrego?

Luego de la renuncia de Bernardino Rivadavia –en 1827- Dorrego ocupó la gobernación de Buenos Aires en plena guerra contra el Imperio de Brasil. Presionado y con hombres a su lado que aún respondían a Rivadavia, selló la paz con Brasil y reconoció la independencia de la Banda Oriental que hoy conocemos como Uruguay. Esta decisión diplomática le valió el odio de un gran grupo de unitarios que fueron a pelear allí y sintiéndose “traicionados” pusieron en marcha un plan para derrocarlo al mando de Lavalle, apoyado por Salvador María del Carril, Juan Cruz Varela, Valentín Alsina, Ignacio Álvarez Thomas y José María Paz, entre otros.

Fusilamiento de Manuel Dorrego, historia
Fusilamiento de Manuel Dorrego, historia

Lavalle impulsó un levantamiento que se llevó a cabo el 1 de diciembre de 1828 y terminó con una insólita elección de unitarios que proclamó al “león” como sucesor del exiliado Dorrego. El derrocado gobernador huyó hacia una de las quintas de su aliado político, Juan Manuel de Rosas, en Cañuelas. Fue derrotado rápidamente el 9 de diciembre y cuando se estaba escapando fue alcanzado y arrestado en Salto luego de ser traicionado por dos oficiales: Bernardino Escribano y Mariano Acha.

juan Lavalle Foto: Archivo

Dorrego fue llevado a Navarro donde se encontraba el campamento de Lavalle. Una hora después le pidió a su edecán -Juan Estanislao Elías- que le comunicara que en una hora sería fusilado por el delito de traición. Cuando el condenado supo de su destino, entró en shock y le dijo a Lamadrid, quien intentó impedir en vano el fusilamiento: “A un desertor al frente del enemigo, a un enemigo, a un bandido, se le da más término y no se lo condena sin permitirle su defensa. ¿Dónde estamos? ¿Quién ha dado esa facultad a un general sublevado? Hágase de mi lo que se quiera, pero cuidado con las consecuencias".

Manuel y Ángela

Cuando Ángela Baudrix se casó con Dorrego en 1815, tenía 20 años y era hija de una familia rica que vivía en una lujosa quinta en San Isidro. Tuvieron dos hijas, Angelita e Isabel.

Cuando Manuel supo que iba a morir se le permitió escribir tres cartas. Una para su esposa, Ángela Baudrix: “Mi querida Angelita: En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir. Ignoro por qué; más la Providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí. Mi vida: educa a esas amables criaturas. Se feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado Manuel Dorrego”.

Carta de Manuel Dorrego a su hija, historia
Carta de Manuel Dorrego a su hija, historia

A sus hijas le dejó el siguiente mensaje: “Mi querida Angelita: te acompaño esta sortija para memoria de tu desgraciado padre”; “Mi querida Isabel: te devuelvo los tiradores que hiciste a tu infortunado padre”. El último papel firmado fue para Estanislao López, pidiéndole que perdone a los culpables de su fusilamiento para impedir que se siga derramando sangre.

Dorrego fu fusilado a las 14:30 y luego enterrado por el Padre Juan José Castañer quien era el cura del pueblo, su primo y el que lo confesó por última vez.

Ángela quedó sola y tenía derecho a dos ayudas: una, como viuda de un coronel del ejército de la guerra de la Independencia y, otra, por haber sido esposa de un gobernador, pero le negaron ambos beneficios. El de la guerra porque el país no estaba todavía organizado y decían que la provincia de Buenos Aires no tenía por qué pagar por la Nación y el de viuda de un gobernador, porque esto no estaba legislado.

Rosas, para que pudiera mantenerse, le consiguió un trabajo en la Ropería de Simón Pereyra, proveedor oficial de los uniformes del Ejército. Ella trabajó de costurera hasta su muerte en 1871.

El entierro de los restos de Dorrego Foto: Archivo

La hija que no olvidó

Isabel, la mayor, nunca formó familia y sobrevivió a su madre y hermana. Tenía doce años cuando murió su padre y nunca abandonó el luto. Vivía sola, pero cada 13 de diciembre, el aniversario del fusilamiento del padre, era visitada por parientes y amigos.

Ese día protagonizaba un extraño ritual: sentada en el sillón principal, con todos a su alrededor, un criado le acercaba una bandeja de plata y, sobre ésta, la cabeza de un gallo. En ese momento, año a año, la mujer exclamaba: “¡Es la cabeza de Lavalle!”. La costumbre se llevó a cabo durante medio siglo en la casona de Chile al 785. Isabel Inés Dorrego Baudrix murió el 3 de marzo de 1888, a los 72 años.