El alcoholismo es la toxicomanía de mayor relevancia a escala mundial. Ponerse en los pies de quien atravesó la adicción a esta sustancia, es fundamental para entender más acerca de esta cuestión que afecta a miles de personas.
En las sociedades actuales, beber alcohol forma parte de momentos de diversión y también de calma y en soledad. Sin embargo, muchas veces su consumo cruza otras barreras y pasa a ser un camino para superar la timidez, desahogarnos o evadirnos. Estas conductas pueden llevar a que una persona consuma cada vez y genere una adicción o riesgo de contraer enfermedades.
Al respecto, la doctora Vilma Nasiff es contundente y explica que “el consumo de alcohol es responsable de más de 200 enfermedades que incluyen daño hepático y del sistema nervioso central y periférico, enfermedades oncológicas, enfermedades del aparato digestivo, predispone a infecciones por deterioro del sistema inmune y a daños de la salud cardiovascular y sexual”. Además, su consumo genera que la persona esté predispuesta a sufrir accidentes laborales, deportivos y viales.
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Sabina, miembro de Alcohólicos Anónimos, contó también su experiencia: “La primera vez que lo probé fue en una reunión familiar”. Ese primer sorbo abrió una puerta casi imposible de cerrar. A partir de ese momento se desencadenó una adicción que, de alguna manera, la ayudaba a “llenar un vacío”.
"Desde los 14 hasta los 18 años, mientras estaba en secundaria, salía y consumía mucho alcohol, eso me llevaba a consumir todo tipo de drogas. Ahora me doy cuenta que si no hubiera tomado alcohol, nunca hubiese elegido consumir drogas".
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Una de las definiciones más conocidas es la que estableció el Comité de Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en donde se define al alcoholismo como una enfermedad crónica o desorden del comportamiento que se manifiesta por la ingestión repetida de bebidas alcohólicas, en cantidades que exceden los límites dietéticos y sociales aceptados por la comunidad, que causan perjuicio a la salud del bebedor, a sus relaciones con otras personas y, finalmente, su actividad económica.
Según la Sociedad Americana de Medicina de la Adicción, “el alcoholismo es una enfermedad primaria, crónica, con factores genéticos, psicosociales. La enfermedad es a menudo progresiva y fatal”.
Por su parte, Alcohólicos Anónimos define a la alcohol-dependencia como el impulso difícilmente controlable de consumir alcohol para embriagarse o, al menos, para experimentar una euforia o exaltación desinhibidora. Se genera por interacción del tóxico con las endorfinas cerebrales.
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Según los especialistas, el primer sorbo de alcohol es la oportunidad perfecta para empezar tomar conciencia del control que se debe tener tener. Por lo general, la ingesta de alcohol que termina en adicción pasa por distintas etapas:
En la primera fase, la persona, vulnerable biológicamente o psíquicamente comienza a ingerir bebidas alcohólicas en su círculo social. Esa copa se vuelve, por decirlo de alguna manera, en el camino más fácil para afrontar ciertas situaciones. El potencial bebedor siente “alivio de sus tensiones, disminución de sus inhibiciones, facilitación de los contactos y sensación de bienestar”. Estos sentimientos “liberadores” estimulan su consumo en situaciones posteriores, dando por iniciado un círculo vicioso, del cual es muy complicado salir.
Pero esto no lo es todo, sino que el gusto por el alcohol puede ir mucho más allá. Llega un punto en el que el tomador pasa a ser consciente de su necesidad de consumo y “comienza a tener conductas tendientes a asegurar su provisión de alcohol”.
“De golpe empecé a tomar de una manera tan fuerte que me volví impresentable socialmente. Solo me juntaba con personas que tomaban de la misma manera que yo”, expresó Sabina. Ella se dio cuenta que su conducta empezaba a llamar demasiado la atención y comenzó a disimular su problema. Empezó a beber a escondidas y encontrando justificaciones para el consumo: “Trataba de tomar a la noche, cuando mis hijos dormían. Yo lo veía como una especie de premio por esforzarme durante el día” comentó Sabina y continuó: “Durante el día compraba botellas en diferentes almacenes para que nadie se diera cuenta de la cantidad que tomaba”.
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“En etapas más avanzadas se pierde el control de la ingesta de alcohol y, aunque la persona se propone no beber más que algunas copas, no puede ya evitar llegar a la embriaguez cada vez que bebe”, comenta la especialista y colaboradora en Alcohólicos Anónimos, Nassif.
Es como una montaña rusa de sensaciones, la adicción puede quedar latente por un corto periodo, hasta que algún desencadenante vuelve a poner al ruedo nuevamente a la persona en esta especie de carrera contra el alcohol: “Durante el embarazo y la lactancia no tomé, pero cuando mi hija creció fui a un evento social en donde pasaban con copas. Llegó un momento en dónde agarré un vaso. Esa misma noche no pude dejar de tomar. Esa fue la vuelta a mi carrera alcohólica”.
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Las personas presas de esta toxicomanía pueden volver a la vida normal con ayuda de un equipo multidisciplinario. Muchas de los individuos que padecen de alcoholismo, deben buscar ayuda médica para paliar los síntomas de la abstinencia.
Existen programas de “ayuda mutua” como los que se pueden encontrar en entidades como Alcohólicos Anónimos. Sabina acudió a ellos al tomar conciencia de su situación y su proceso de curación: “Decidí pedir ayuda. A los meses de no tomar pude pensar y sentir más claramente, tener más valor y estar mejor parada frente a la vida”.
“Hoy me siento tranquila, con alegría y ganas de vivir. Cumpliendo los propósitos que tengo en mi vida”, cerró Sabina.
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Durante una entrevista para el podcast On Purpuse With Jay Shetty, Tom Holland, la estrella de Hollywood que interpretó a Spider-Man, contó que fue adicto al alcohol y que está rehabilitado desde hace un año y medio. “Definitivamente era adicto al alcohol”, dijo la estrella.
Sus declaraciones tuvieron un gran impacto en todo el mundo. “Lo único en lo que podía pensar era en tomar una copa. Me dio mucho miedo. Me dije: tal vez tengo un pequeño problema con el alcohol”, comentó Holland.
Cuando empezó su recuperación, Holland dijo: “Sentía que no podía ser sociable, que no podía ir al bar y tomarme un refresco de limón. No podía salir a cenar. Realmente me estaba costando muchísimo”.
Pese a las dificultades que atravesó, el actor decidió seguir con su tratamiento: “fue la mejor decisión”, repite cada vez que le preguntan y asegura que “estaba lo más feliz que he estado en toda mi vida y tenía más claridad mental”.
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