Jesus and Mary Chain en Argentina

Por Canal26

Viernes 23 de Mayo de 2014 - 00:00

Transcurría un cuarto de hora del show de Jesus and Mary Chain cuando alguien del público arrojó una bandera de Escocia hacia el escenario. Sorprendido, Jim Reid levantó tímidamente el pulgar a modo de aprobación y extendió la insignia sobre una tarima junto a la batería. Fue apenas una pizca de demagogia en una banda que hizo de la antipatía un culto. Durante el resto del recital, a Jim casi no se le moverá el rictus excepto para cantar y su hermano William únicamente alternará los ojos entre su guitarra y el amplificador, de espaldas al público.

Si los pocos que presenciaron, en julio de 1990, la primera visita de JAMC al país comprobaron en vivo y en directo aquellas marcas de agua que se le atribuían a los Reid (ruido, peinados estilo hongo y mala onda), quienes ayer colmaron Groove fueron testigos de cómo el paso del tiempo hizo lo suyo. Panzas más, pelos menos, los irreverentes hermanitos, ya alejados del feedback con el que irrumpieron en la escena musical, ofrecieron un repertorio con lo más emblemático de sus discos.

El recorrido tuvo como columnas vertebrales al pop veloz de Automatic (1989) y a la veta menos distorsionada de Psychocandy (1985). Sorprendió, sin embargo, el comienzo: “Snakedriver”, estridente y entonado casi al borde del desgano por Jim, fue el tema de apertura. Lo que siguió levantó a los presentes: “Head on”, “Blues from a gun” y “Between planets” sonaron casi calcadas a las versiones de estudio. Los hermanos Reid también se permitieron estrenar un tema nuevo (“All things must pass”) y rescatar otro de Munki, aquel paso en falso de 1998 (“Cracking up”). El sonido, en general, era prolijo, pero, claro, la esencia es lo último que se pierde: en tres oportunidades se vieron obligados a parar y recomenzar el tema que estaban tocando, un acto muy propio de los hermanos obsesionados por el sonido.

Luego de “Happy when it rains” –acompañado por un paraguas desde el pogo y que instintivamente iba a tono con el clima de la noche–, llegaron dos puntos altos del show: las baladas (o lo que JAMC entiende por este género) “Some candy talking” y “Just like Money”, ambas de Psychocandy. Tras un par de bises, el wah-wah de la guitarra de William, contenido durante gran parte del concierto, asomó al final para “Reverence”, tema fundacional para un nuevo sonido en el rock y con un estribillo que es repetido como un mantra: “I wanna die”. Afuera, el frío y el cielo de la avenida Santa Fe no auguran mejores planes, pero confirman que somos más felices cuando llueve.

NIZ JESICA