Los Saicos vinieron de Perú a "Demoler, demoler, demoler"

Los considerados padres del punk mundial se dieron el gusto de tocar en Buenos Aires. Y Buenos Aires se dio el gran gusto de ver en vivo a una banda, que desde Perú, hace 45 años sentaba las bases del género del "házlo tu mismo". Los Saicos lo hicieron otra vez. Como el hit "Demolición", que debieron tocar dos veces y aún nos retumba.

Por Canal26

Martes 6 de Diciembre de 2011 - 00:00

Dicen los registros, en todos los soportes actuales y pasados, que el punk no empezó ni en Inglaterra con los Sex Pistols ni mucho menos con los Ramones en Nueva York allá por los supuestamente fundacionales 77' .

Dicen que arrancó por 1964 en Lima, Perú. Y 45 años después ahora dicen, cual impersonal titular de impronta clarinista, que este pasado fin de semana pasaron por Buenos Aires para hacerle una gambeta (poguera y punk por cierto) al pasado y dar dos shows que en un futuro no muy lejano, muchos dirán que estuvieron ahí, en Niceto de Palermo haciendo mucho más que "un ejercicio de acrobacia gerontológica" como definió el vocalista Erwin Flores, consciente que los años pasan para todos, pero también para y por algo. Para estar en Niceto. Y porque no darse y darnos el gusto.

Lejanas en el tiempo han quedado las épocas limeñas en que cuatro limados alteraban las bobas canciones de la nueva ola con alaridos, con canciones de primigenia furia punk “Peruvian tenaage punk” más gritadas que cantadas, que aludían a seres de corte “Salvaje” o que usaban “Camisa de Fuerza” vaya uno a saber si para asistir al “Entierro de los Gatos” o para contemplar la “Demolición”.

De escombros, derribando lo establecido, de muertes y un entierro. Porque además de la mencionada sepultura felina hubo otro entierro lamentablemente real. El de Rolando Carpio quien se murió en 2005.

Al Chino Carpio, como lo llamaban sus compañeros, lo recordó el vocalista Erwin Flores. ¿Cómo lo recordó? Acusándolo acusó de "ser un gran boludo, porque se murió y se perdió todo esto”.

Así como lo leen. Así textual. Si eso no es ser punk y precursor en recordar a alguien de la manera más salvaje, refútenme. “Pero lo extrañamos mucho”, cerró Erwin y le creimos, por su honestidad tan brutal como la música y letras de ayer, que hoy no lo son tanto, pero qué importa.

Porque qué importa que “Papi” Castrillón este más perdido que hincha de River en ese domingo tan bostero – hasta Erwin dijo que “la felicidad no es completa porque soy hincha de River y salió campeón “El Boca”, y yo le acompaño aún el sentimiento de pesar, la puta que pesa, sábado y domingos incluidos, por no decir... Unidos – porque “Papi”, de chillona camisa de satén rosa furiosa, nada tiene de ese jovencito sádico de otrora – también dicen que “Saicos” es una deformación de “Sádicos” por resultarles a los integrantes una denominación “muy fuerte para la época”, y hoy acompaña, a veces con la guitarra, otras con voceos que acompañan las letras.

De los tres Saicos vivos es Erwin quien la lleva adelante con la mejor onda y predisposición. O mintiendo que no va a tocar el hitazo “Demolición”, ante la insistencia e impaciencia del público, “porque ese tema es una mierda”, o cruzando palabras con unos peruanos muy efusivos, demasiado emocionados quizá de tener enfrente a los mismísimos padres del punk mundial o del proto-punk y garage rock peruano como reza la Wikipedia.

A los Saicos le sostienen hoy día su sonido “Psycho”, loco o salvaje, dos músicos que no formaron parte de aquella ola de furia adolescente limeña, pero que surfean (hasta en el musical sentido del término) el sonido Saico actual como el contundente bajista y el esmerado guitarrista, que le da el sonido filoso y salvaje a la banda que desde los parches sostiene con hidalguía y potencia un canoso Pancho Guevara.

Valió la espera. Valió la demora de un recital esperado que además se demoraba en arrancar y que, a tono con la historia y el nombre comenzó con una puesta en escena donde un gordo con más pinta de enfermo que de enfermero, empujaba en esos carros de embalaje, a un impaciente paciente en camisa de fuerza, que no era otro que Marcelo Pocavida, ícono punkie rocker del under argento quien con bozal a lo Hanibbal Lecter introdujo el vendaval por venir.

A los Saicos lo difundieron allá lejos y hace tiempo un tal Cross y su oído sapiente, otro precursor, quien se dio el gusto de verlos el domingo, y los trajeron este fin de semana salvaje, a Buenos Aires el esfuerzo y la apuesta de "Pirulo" Guerrisi de Rastrillo Records, un gran difusor garajero, y la labor esmerada también de Nekro, o Boom Boom Kid, o “Il Carlo”, o Carlitos, el pibe ya casi cuarentón de Campana, que corría de un lado a otro como un plomo más, seguramente más que hinchado y henchido en esa camisa negra a lunares blancos.

En poco más de una hora pasaron “Ana”, “Camisa de Fuerza”, “El entierro de los Gatos”, “Yo te amo” y el esperadísimo tema con intro “Ta ta ta ta ta iaaaaaaaa iaaaaaaa”, la terrorista, destructora e inmortal y por siempre peremne “Demolición” donde la concurrencia toda, todos, “echamos abajo la estacion del tren” porque nos gusta volar estaciones de tren y demoleeeer, demoleeeer, demoleeeer, demoleeer ,demoleeer”.

Nos gusta tanto, que Los Saicos debieron tocarla dos veces, porque muy claro está, que la canción no es una mierda. Y que hasta el ex líder de Fun People se dio el gusto de cantarlo, oculto primero en una mascarita calavérica y enseguida mostrando toda su felicidad y furia punk gestual, junto a ellos en el obligado bis para volver a "demoler, demoler, demoler, demoler".

Y nos gusta tanto que cuando nos íbamos de Niceto en las primera horas de un lunes tras un domingo muy bostero pero no tan de mierda, buscando ese puto bondi que cuando llegó pasó de largo, nos dieron ganas de echar abajo y demoler, demoler, demoler, la estación del fucking Metrobús.

Pero preferimos irnos tarareando la canción buscando un taxi y cuidando que no se arrugue – como pese al paso del tiempo y “a ese gran boludo que fue el Chino por perdérselo (pero lo extrañamos)” Los Saicos no se arrugaron – cuidando que no se arrugue la calcomanía que inmortaliza “Yo vi a Los Saicos en Buenos Aires” y que ya está pegada para siempre en unos de los márgenes del televisor.

Y que mi mi hijo ya vio. Y que ya me preguntó quiénes son Los Saicos.

Y que su Papi, el que vio a los Saicos en Buenos Aires, ya se lo pudo contar.

Por Sergio Corpacci