Un hombre vive en una cueva desde hace ocho años

Tiene 63 años y prefiere no tener contacto con la gente, por lo que vive solo en una cueva de las sierras Ojo de Agua, tras experimentar una desgarradora historia de amor, tragedia y dolor.


Un hombre de 63 años que prefiere no tener contacto con la gente vive solo desde hace ocho años en una cueva de las sierras Ojo de Agua, tras vivir una desgarradora historia de amor, tragedia y dolor.

El lugar que eligió para vivir en soledad es una cueva donde hace cientos de años habitaron aborígenes santiagueños, según informó el diario El Liberal.

De acuerdo al matutino, no siempre su existencia fue tan triste, ya que hubo pasajes donde la vida le sonrió ampliamente, como cuando vivía con sus padres, antes que éstos murieran, casi al mismo tiempo, en un humilde y acogedor hogar, o cuando se fue con su mujer a La Pampa, desde donde vino a vivir en la cueva después de la muerte de su amada.

Una sobrina suya, que vive a unos trescientos metros del lugar, dijo que el ermitaño “una vez casi murió cuando lo picó una víbora yarará”.

Una mañana muy temprano vio pasar desfalleciente a su tío, quien iba acompañado por otro hombre, y se dio cuenta de que la situación era grave no sólo por el visible estado de salud del ermitaño, sino porque estaba acompañado por alguien.

La noche anterior, Matías había sido mordido por una yarará y, casualmente, a la mañana siguiente uno de sus sobrinos, que andaba trabajando cerca, pasó por la cueva y vio al ermitaño retorcerse de dolor y casi perder la respiración.

“Ahí nomás su sobrino lo llevó hasta el hospital de Ojo de Agua, donde los médicos le dijeron que si demoraba un rato más en ir, no la contaba”, señaló a El Liberal Rosa Véliz.
La mujer relató que su tío “tiene una historia triste. Primero vivía con sus padres, como a 500 metros de aquí, y cuando sus papás murieron, con diferencia de muy poco tiempo, siguió habitando esa casa”.

“Con el tiempo, se enamoró, vendió la casa y se fue a vivir en La Pampa con su mujer. Allí pasó muchos años hasta que murió su esposa, por lo que decidió regresar a Santiago del Estero, pero como ya no tenía casa, se fue a vivir con uno de sus hermanos”, comentó.

Agregó que “estuvo compartiendo la casa con su hermano, pero éste murió al poco tiempo, por lo que quedó nuevamente sin casa. De allí, decidió venir a vivir en la cueva, donde está desde hace ocho años más o menos”.

La vida que lleva su tío le duele en carne propia a Rosa, quien pese a su amor, nada puede hacer por el ermitaño, porque a ella el destino tampoco le brinda un buen pasar.

“Soy madre soltera y tengo cinco hijos. Sólo tengo un plan de Jefes de Hogar que no me alcanza para nada, así que por más que quiera ayudarlo, no puedo hacer nada”, manifestó.(NA)