El romance entre Ligia Piro y el jazz
Lejos está el mundo en que el jazz enardecía los ánimos y deambulaba nostalgiosamente en las voces de Dinah Shore, Billie Holiday, Rosemary Clooney, Lena Horne o Doris Day y se amparaba en bandas como las de Arty Show, Harry James, Benny Goodman o Glenn Miller que sacudía melancólicamente el aire con su "serenata a la luz de la luna".
Buenos Aires no permanecía indiferente a ese ritual foráneo de "lady-crooners" y desparramaba orondamente voces como las de Lona Warren, Lois Blue y una Donna Carrol impertérrita y susurrante.
Pero la actualidad que es una maga hechicera no afecta demasiado a las añoranzas, le legó a nuestro tiempo y a nuestro espacio una ninfa cantante que intercepta toda la magia del viejo jazz y reinvindica brillantemente todas sus prerrogativas.
Ungida en una lady-crooner convicta y emotiva, Ligia Piro desentraña las vicisitudes secretas del jazz con fuerza, arrogancia e indiscutible talento.
Tiene una voz adicta a las sorpresas y una producción de agudos que a mitad de camino se arrepienten y se convierten desprevenidamente en graves.
En estos momentos acaba de sustentar su segundo disco, con un nombre convictamente sugestivo ("Baby") que es parte de su estilo enigmático y cabalístico a la vez.
"Baby" nos catapulta al legendario universo de Monk, Paul Anka y Gershwin entremezclados con la Bossa Nova - el otro amor de Ligia - con los temas cadenciosos de Vinicio de Moraes, Chico Buarque y Toquinho
Con una madre y un padre adscriptos al tango de por vida (Osvaldo Piro y Susana Rinald ) Ligia Piro, refugiada en su libre albedrío musical, se presenta tal como es : una joven e insondable sacerdotiza del Jazz y de la Bossa Nova.