El Congreso Nacional cumple 100 años

Vittorio Meano era un genial artista del diseño. El edificio que alberga al Poder Legislativo Nacional es, además de su más brillante obra, un emblema de belleza porteña que está cumpliendo un siglo de inaugurado. El arquitecto que desde su pluma creó el Palacio de Callao y Rivadavia fue asesinado al descubrir a su mujer teniendo sexo con su ayudante. y no pudo ver su sueño de papel concretado. Una historia increíble.

El genial arquitecto italiano Vittorio Meano no pudo ver materializado su sueño del Palacio de Congrerso, ya que murió asesinado dos años antes de la inauguración oficial a manos del amante de su esposa, un ayudante de él mismo en esta magistral obra edilicia.
Meano, quien como otros tantos imigrantes italianos llegó a la Argentina a fines del siglo XIX, descubrió una tarde de 1904 a su joven esposa en la cama con su ayudante, Juan Passera, quien para defenderse de la furia del hombre engañado le disparó dos balazos, que mataron al artista en su propio dormitorio.

Fue en definitiva una trágica vuelta de tuerca del destino para Meano, quien había llegado con su esposa, Luigia Fraschini, en 1884, invitado a trabajar en el estudio de su "paisano",
Francisco Tamburini.

Meano había escapado del norte de Italia luego de robarle la mujer a un amigo de su pueblo: la dama en cuestión se había casado por "mandato paterno" con un primo a quien un mediodía esperó en su casa y lo dejó comiendo fideos solo, mientras huía para embarcarse en un vapor hacia Buenos Aires, en un plan ya diseñado con su nuevo amante.

Meano se desarrolló con mucha rapidez en la capital de la Argentina y su primer trabajo importante fue colaborar con Tamburini en la remodelación de la Casa de Gobierno, en 1885, por pedido del entonces presidente Julio Argentino Roca.

Con sus jóvenes 25 años, tomó luego del fallecimiento de su mentor, Tamburini, la posta de la construcción del Teatro Colón y más tarde ganó el premio para realizar el Palacio Legislativo de Montevideo.

En ese marco, en 1895 ganó el concurso de proyectos, sobre 28 presentados, para levantar el Congreso Nacional y junto a la constructora de Pablo Besano y Cía.

En aquella Argentina de terratenientes y ganaderos exportadores, los inmigrantes, más allá de sus talentos reconocidos, eran parias sometidos al desprecio de los criollos con los bolsillos llenos.

A pesar de esa agresión casi cotidiana, Meano agachó la cabeza y le dio rienda suelta a su creatividad y diseñó una obra que siguió de cerca, casi en forma enfermiza.

Alquiló una casa a metros del predio, en Rodríguez Peña 50, donde también montó su estudio, y pasaba largas noches organizando las tareas.

Una mañana, luego de sospechar por algún tiempo, Meano regresó a su estudio sin avisar, y en el silencio del caserón escuchó los gemidos de los amantes y perdió el control. Su empleado, conocedor de la ira de Meano, solo atinó a defenderse cuando fue atacado: saltó de la cama nupcial de su jefe, tomó un revólver y disparó dos veces.

Meano cayó sobre el piso de su propio dormitorio, herido en el pecho, y murió al instante.
Tenía 46 años y una ilusión trunca de ver terminado el Palacio legislativo -su mayor obra- que se inauguró dos años después.