Nobel de Medicina para descubridores del VIH y virus de cáncer cervical
El premio Nobel de Medicina 2008 fue otorgado al alemán Harald zur Hausen, por haber descubierto el papiloma causante del cáncer cervical (HPV); y a los franceses Fran‡oise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, por haber identificado el virus del sida (VIH), informó el Instituto Karolinska en Estocolmo.
El premio, dotado con 10 millones de coronas suecas (alrededor de 1,4 millón de dólares), será compartido: 50% corresponderá a Zur Hausen, 25% para Barré-Sinoussi y 25% para Montagnier.
Los tres científicos recibirán su galardón de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia el próximo 10 de diciembre, fecha del aniversario de la muerte de Alfred Nobel, creador del premio.
"Nunca antes la ciencia y la medicina han sido tan rápidas a la hora de descubrir, identificar el origen y aportar tratamiento para una nueva enfermedad", remarcó el Instituto Karolinska.
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Zur Hausen, de 72 años, fue premiado por su descubrimiento de los virus del papiloma humano (HPV), que causan cáncer cervical o de cuello de útero; y tanto Barré-Sinoussi, de 61, como Montagnier, de 76, lo fueron por el descubrimiento del VIH.
Harald zur Hausen hizo la mayor parte de su carrera en el Centro alemán de Investigaciones Oncológicas de Heidelberg.
En los años 70, logró aislar a partir de estudios con liebres dos cepas del papilomavirus humano, que hoy se sabe están implicadas en el 70% de los tumores de cuello de útero.
Sus trabajos han permitido que ya esté en el mercado una vacuna para prevenir la infección, especialmente en las jóvenes, ya que el contagio se produce por vía sexual.
Por su parte, Fran‡oise Barré-Sinoussi trabaja actualmente en la unidad de Regulación de las Infecciones Retrovirales, del Instituto Pasteur (Francia); y Luc Montagnier se desempeña en la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del sida.
El comité del Nobel destacó que los descubrimientos de estos dos franceses, son "esenciales para la comprensión actual de la biología del sida y para su tratamiento con antirretrovirales".
Montagnier había obtenido en 2000 el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Técnica y Científica, que compartió con el estadounidense Robert C. Gallo, director del Instituto de Virología Humana de la Universidad de Maryland.
Sin embargo, cuando el virus del sida fue identificado, se generó una gran polémica sobre la paternidad del hallazgo: unos se la atribuían al francés y otros al norteamericano.
Finalmente, la comunidad científica designó a Montagnier como el descubridor del VIH, no sin reconocer que sin la metodología aportada por Gallo para identificar los primeros retrovirus humanos, Montagnier nunca hubiera podido descubrir el VIH.
Por su parte, Barré-Sinoussi fue la autora principal del estudio que en 1983 informaba por primera vez en las páginas de la revista Science del descubrimiento de un retrovirus al que más tarde se llamó VIH.
Esta investigadora comenzó a formar parte en 1974 del equipo de virólogos que conduce Montagnier en el Instituto Pasteur y que en 1981 identificó la causante del síndrome de la "peste rosa", como se llamó por entonces, ya que los primeros en enfermar fueron los homosexuales, a los que les aparecían ronchas en la piel.
Identificado en 1983, el virus produjo de entonces a hoy 25 millones de víctimas de sida y se sabe que su virus, el VIH, se halla en unos 33 millones de personas en el mundo.
El equipo de Montagnier identificó su producción en linfocitos de pacientes con ganglios linfáticos alterados en estados tempranos de inmunodeficiencia adquirida, tanto como en la sangre de pacientes con síndrome de Sida en fase terminal.
Caracterizaron este retrovirus como el primer lentivirus (período de incubación muy largo) humano conocido, basándose en sus propiedades morfológicas, bioquímicas e inmunológicas.
Hacia 1984 lograron aislar numerosas muestras de pacientes de ambos sexos que lo habían contraído por diversas vías: relaciones hetero y homosexuales, parto (madres que lo transmitían a sus hijos al nacer), transfusión y drogadicción (por el uso compartido de jeringas).
Su descubrimiento hizo posible una clonación rápida del genoma del VIH-1, fundamental para determinar el comportamiento del virus, el diagnóstico de la enfermedad y el desarrollo de medicamentos antivirales, que han limitado la expansión de la pandemia y logrado la sobrevida de millones de infectados.