Cassandra Wilson, el emblema del jazz

Se presentó por primera vez en la Argentina, en el Teatro Gran Rex, la voz más representativa del jazz mundial, exponiendo su último trabajo “Loverly” y los temas más reconocidos de su carrera, acompañada por un quinteto de notables músicos. Por Andrés Quinteros

Después de tanta espera, Cassandra Wilson expuso todo su arte manifestando el por qué de ser una de las más notables voces de la historia del género.

Esta imponente mujer, nacida en Jackson, Mississippi, hizo que el escenario fuera solamente una reunión con las mejores sonoridades, que hace mucho tiempo no sucede por estos lugares del continente.

De eso se trató; de aplicar las raíces del jazz en donde los componentes más negros se vinculan con la música afro y todo tipo de fusiones, teñidos de funk y rap, contribuyendo a estilos mas arriesgados.

La mágica voz sube al escenario después de que su personal comienza con una introducción, haciendo que su lenguaje tome la apertura, más clara y cálida, transmitiendo todo ese bagaje de magníficas composiciones. En éstas, el baterista Herlin Riley marca el tempo a seguir, que se muestra siempre utilitario y de soporte rítmico, y en donde maneja toda sutileza. Lo acompaña el percusionista Lekan Babalola, que mezcla los ritmos en base a las distintas melodías donde bifurcan senderos de mucho abordaje con un amplio recorrido sobre cualquier repertorio.

Reginald Veal desde su contrabajo, y luego bajo eléctrico, se transforma en el mejor socio de Wilson, por las sonoridades, pulsión armónica de lenguaje y toda densidad que se dispara por los distintos senderos de esa voz tan llena de terciopelos.

La guitarra de Marvin Sewell dispara las tonalidades más viscerales de la matriz del jazz, New Orleáns, la producción de elementos tímbricos y de gran ajuste hacen que la voz siga hacia distintas fronteras.

Existe un fuerte lazo en esa sublime melodía que se forma entre ella y el piano de Jonathan Batiste, un personaje que toca en lugares poco comunes, de gran soltura y mucho brillo dentro de los elementos armónicos; intercambiando vocablos de mucha vitalidad y embelleciendo la difusión de cadencia.

El cierre sólo consiste en un bis, donde lo majestuoso del arte ya fue expuesto, así lo entiende el público.