La caída de Mubarak provoca que se retomen las relaciones entre Egipto y Gaza
Desde El Cairo, la madre de todas ciudades árabes, el gobierno interino anunció que modificará su política de bloqueo de la Franja de Gaza.
Este aislamiento ha sido una instrumentación política convenida entre el gobierno de Tel Aviv y el derrocado Hosni Mubarak, quien fuera un aliado privilegiado de Israel. Dos posiciones análogas que han compartido responsabilidades políticas por las consecuentes crisis humanitarias en el territorio gazasí.
El actual ministro de Asuntos Exteriores de Egipto, Nabil al Arabi, prometió a una delegación del grupo palestino Hamás que su país adoptará medidas para aliviar el sufrimiento de los habitantes de Gaza.
Al Arabi subrayó que se “revisará el trabajo del cruce fronterizo egipcio de Rafah y se asumirán todos los pasos necesarios para aminorar el padecimiento de la población palestina”.
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Los gazasíes llevan más de cuatro años sufriendo este bloqueo, que tuvo su ápice en el año 2009, durante la operación militar israelí Plomo Fundido.
Durante el ataque, fueron centenares los casos de palestinos que, a pesar de la necesidad de cruzar la frontera para encontrar asistencia médica urgente, sufrieron el bloqueo impuesto por las autoridades egipcias.
Desde la renuncia de Hosni Mubarak el pasado 11 de febrero, cuando asumió el poder una cúpula militar, se esperaba un cambio de rumbo en la política hacia la Franja de Gaza. Los egipcios tuvieron siempre la llave de un cofre que guarda un gran tesoro: la vida de miles de palestinos.
“Tenemos cuatro o cinco personas en una ambulancia, cuando normalmente se tienen que llevar a uno o dos como máximo. Durante la guerra trasladamos pacientes a Egipto, pero ahora se tarda mucho más tiempo y es muy duro para ellos esperar. Están en una situación crítica” explicaba Eid Ramadán, un paramédico gazasí en la frontera entre la Franja de Gaza y Egipto -el denominado Paso de Rafah- durante febrero de 2009, en lo más duro de la crisis humanitaria en
Gaza tras los ataques israelíes.
“Las autoridades egipcias no permiten pasar a los acompañantes de los enfermos y tienen que volver a Gaza”, reclamaba Eid bajo un sol abrazador que levantaba la temperatura a 45 grados, mientras niños cansados y ancianos enfermos esperaban durante días que las puertas de Rafah les permitieran el paso para salvar sus vidas.
Este cuadro que se ha repetido durante años en la frontera entre Gaza y Egipto, parece llegar a su fin.
“Pensamos que los palestinos son nuestros hermanos y la alianza de Mubarak con Israel para nosotros ha sido una humillación durante todos estos años”, señala Mahmud de 28 años, mientras fumaba relajado desde la Corniche del mítico río Nilo, cumpliendo con el ritual más típico de la cultura egipcia, que convierte a este país en el más fumador de África.
La delegación de Hamás en esta ciudad está encabezada por Mahmud al Zahar, que anunció “una perspectiva egipcia referente al paso de Rafah y a la causa palestina”.
Al Zahar trató con el jefe de la diplomacia egipcia la situación de los habitantes de Gaza, sometida a un bloqueo israelí desde junio de 2007, y “los problemas de aquellos que viven en el cruce de Rafah”, que el régimen de Hosni Mubarak mantuvo cerrado y sólo abría en determinadas ocasiones.
Ocasiones tan escasas que los palestinos de Gaza han recurrido a la construcción de túneles con el objetivo de establecer una comunicación con el exterior para 1 millón 700 mil gazasíes encerrados en una superficie de 378 kilómetros cuadrados.
Por ello, decenas de obreros extraen cubos con arena sin descanso, caballos tiran las poleas elevando hasta la superficie escombros y grava, y las carpas de trabajo simulan una gran excavación arqueológica a metros del territorio egipcio. Son los túneles de contrabando entre la Franja de Gaza y Egipto, el único vínculo comercial de los palestinos con el mundo. Nadie sabe cuántos son, pero se cuentan por centenares, internandose a 15 metros de profundidad.
Actualmente cumplen la función de un cordón umbilical que los nutre de alimentos, pañales, generadores eléctricos a gasolina, animales, tabaco y repuestos. Todo lo que Israel no permite importar por cruces convencionales. Son los objetivos primordiales de la fuerza aérea israelí que intenta evitar el paso de armas, pero son vitales para el millón y medio largo de palestinos que viven hacinados y aislados por el férreo control que Israel y Egipto imponen en sus fronteras. Sus propietarios los llaman Al Jatt, la Línea. Una línea que usan los palestinos para salvar sus vidas.
“Toda Palestina está bloqueada por los israelíes y por los egipcios que son sus aliados. Eso nos obliga a construir estos túneles”, alegaba un joven con el rostro y la cabeza cubiertas por razones de seguridad. “Necesitamos transportar comida para alimentar a nuestros hijos. También requerimos de medicina y todos los insumos necesarios para subsistir”, exclamaba.
Este cambio en la política de Egipto hacia la Franja de Gaza evitará que se sigan utilizando estos túneles y producirá una mejora en la difícil vida de los gazasíes (Télam).