Es una iniciativa de un grupo de usuarios de Internet, que invita a dejar de lado ese alimento para "recortarles el poder a los malos empresarios que siempre manejaron la economía de este país a su antojo y nos llevaron a la ruina".
Por Canal26
Viernes 3 de Febrero de 2006 - 00:00
Un grupo importante de usuarios de Internet resolvió no comer carne los viernes, en respuesta a una convocatoria que en tal sentido se está haciendo por e-mail para promover su baja de precio.
Desde ayer, comenzaron a aparecer diversos textos en el correo electrónico que incitaban a "no comer carne este viernes ni los que sigan" para "recortarles el poder a los malos empresarios que siempre manejaron la economía de este país a su antojo y nos llevaron a la ruina".
La "movida", según se espera, dará sus frutos ya que se supone actuará sobre el sector de mejores ingresos -los que tienen computadora- el que, generalmente, no se priva, al menos por su precio, de un buen bistec de ojo de bife o de lomo, pero que es capaz de solidarizarse en empujar los precios a la baja para que los que menos tienen accedan a comer más barato.
Algunos mails insisten en recordar que "los pobres están cada vez más gordos a fuerza de fideos y polenta" debido a que "el precio de la carne se volvió inalcanzable"; y aseguran en cambio que, a "los que podemos y nos la pasamos comiendo bifes de chorizo, nos hará rebién hacer dieta y comer este viernes sólo ensaladas".
En principio, la convocatoria alude a los viernes "hasta que baje el precio", pero no se descarta que la costumbre de no comer carne ese día se instale definitivamente, para desgracia de los carniceros, a la manera de los ñoquis del 29.
La iniciativa popular vía e mails viene a sumarse a la del gobierno, que luego de lograr un acuerdo a medias con los productores para bajar la carne, decidió presionar a los frigoríficos para limitar las exportaciones, que el año pasado llegaron al 24 por ciento, un nivel nunca visto desde 1969, lo que empujó los precios a la suba.
Pero en 2005 el precio de la carne aumentó casi un 30 por ciento y hasta ahora la rebaja en los mostradores no alcanza al 10 por ciento. Con la carne de cerdo, el comportamiento es similar.
Por suerte, el consumo de pollos, en baja en todo el mundo por el temor a la gripe aviar, se incrementó en la Argentina -exenta todavía de ese fragelo- porque la reducción de las exportaciones en función de la poca demanda, rebajó incluso el precio tope de 4 pesos el kilo convenido entre el gobierno y el sector avícola.
En estos días, el kilo de pollo de buena calidad se consigue en Buenos Aires entre 3 y 3,90 pesos, lo que ha llevado a mucha gente a incrementar su consumo, ya que frente a otras carnes su precio ha vuelto a tentar.
El cordero patagónico -que por razones obvias está de moda- no baja de los 11 pesos el kilo y lo mismo pasa con el afamado chivito, a no menos de 12 pesos; pero con un agravante: rara vez se los consigue trozados, lo que obliga a hacer una enorme erogación al comprarlos por media pieza o pieza entera, y a conseguir un freezer de gran tamaño donde ponerlo.
Ni qué hablar del pavo, que a pesar de que las fiestas ya pasaron, sigue a 9 pesos el kilo; de las perdices, entre 6 y 9 pesos la pieza; de la liebre, rara avis, a 10 pesos el kilo; y del conejo, que aunque se multiplica rápidamente y está listo a los tres meses, se vende como si lo alimentaran con oro, a 12 pesos el kilo.
El precio del pescado de mar -que en su gran mayoría se exporta a Europa y por tanto se vende a precio euro- también sigue inalcanzable: la merluza, otrora el pescado más barato, no se consigue a menos de 8 pesos el kilo; y el de trucha de criadero cuesta 19.
No es el único inconveniente: como la carne de pescado se digiere con mucha facilidad, para sentirse satisfecha una persona consume en gramaje mucho más que lo que pesa un bife, con lo cual incrementa el gasto, y encima a las dos horas vuelve a tener hambre.
Pensar en una rebaja del precio del pescado de aquí a Semana Santa suena improbable, a menos que el gobierno también tome medidas al respecto: los cortes de bacalao seco, que han comenzado a parecer en las góndolas, oscila entre los 30 pesos (el argentino) y los 65 (el noruego).
En este escenario suena improbable que pueda alguien cambiar el bife por el filet, tal como lo planteaba el Arcipreste de Hita en el Libro del Buen Amor, en el capítulo "De la pelea que ovo Don Carnal con la Quaresma" (1067), a propósito de la lucha entre carniceros y vendedores de pescados durante el Carnaval y la Cuaresma.
La lucha entre Don Carnal (los carniceros) y Doña Quaresma (la cristiandad abstinente) no es sino la teatralización de la forma en que la Iglesia intentó revertir el Carnaval, fiesta que antiguamente se celebraba comiendo carne roja a más no poder, en revancha a los 40 días de prohibición de consumirla que sobrevendrían entre el miércoles de Ceniza y el domingo de Pascua.
"Sabed que me dixeron que á erca de un año que anda Don Carnal sañudo, muy estraño, astragando mi tierra, faziendo mucho daño, vertiendo mucha sangre, de lo que más me asaño (...), decía Doña Quaresma en su primera carta pública en contra del carnicero, dada a conocer el primer día de Carnaval.
"Decidle de todo en todo que, de hoy en siete días, la mi persona mesma e las conpañas mías iremos pelear con él e con todas sus porfías: tengo que non se nos tenga en las carne erías" (...), le advertía a Don Carnal.
El objeto de esta carta, leída el jueves lardero (lardo significa tocino y alude a la comida de Carnaval) era la de pregonar con tiempo suficiente que había que aprestarse a la guerra contra la carne, porque a partir del miércoles de Ceniza nadie debía pisar una carnicería, y en cambio sí las pescaderías, donde la merluza no costaba entonces más que una zanahoria.
Hoy, prohibida por razones de costo la entrada a una pescadería, no queda otra que asociarse a la gente que a estas horas sigue prendiéndose a la cadena de mails en procura de que este viernes y los venideros nadie consuma carne roja. Tienen razón: hay que comer lechuga.
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