Control del apetito

Un equipo de científicos de Reino Unido, donde el 23% de los adultos padece sobrepeso...

...dijo haber identificado los circuitos cerebrales que controlan cuánto comen los seres humanos, hallazgo que podría ayudar en la lucha contra la obesisdad.

El estudio, realizado conjuntamente entre el University College y el King's College de Londres y publicado en la revista Nature, ayudaría en la búsqueda de nuevos fármacos para tratar la obesidad, informó hoy la BBC.

A través de escaneos del cerebro con resonancia magnética, los especialistas demostraron que las hormonas que regulan el apetito, los péptidos YY (PYY), producen un patrón de actividades en el cerebro más complejas de lo que se creía.

Esas actividades tienen como objetivo no sólo las "áreas primitivas" que controlan el hambre, sino también aquellos centros cerebrales donde se producen las sensaciones de satisfacción y recompensa.

La PYY se libera en el vientre y se vuelca en el circuito sanguíneo luego de comer, e indica al cerebro que se han ingerido alimentos.

Actualmente se está sometiendo a prueba un vaporizador nasal que contiene la hormona, para ver si podría servir para controlar la obesidad.

Algunos estudios en animales revelaron que el inhalador regula el apetito al actuar en las "zonas primitivas" del cerebro como el hipotálamo y el cerebelo. Asimismo, un estudio reciente demostró que también son efectivas en los humanos.

Pero la hormona también tiene efectos sobre las regiones córtico límbicas, que son las que determinan las sensaciones de placer relacionadas a la comida.

Donde provoca mayores cambios es en la corteza orbito frontal (COF), allí donde se genera la sensación general de placer.

Los investigadores descubrieron que cuanto más cambien las actividades habituales en esa región, menos comerá el individuo.

Del estudio participaron ocho hombres de peso normal. Luego de pasar 14 horas sin comida, se les conectó durante 100 minutos un suero de PYY o el placebo.

Mientras, sus cerebros eran escaneados por una máquina de resonancia magnética. Treinta minutos después, se les ofreció un almuerzo "ilimitado".

Cada uno de los voluntarios fue controlado dos veces -bajo los efectos del suero o del placebo- con una semana de diferencia.

Se descubrió entonces que la presencia del PYY redujo la asimilación calórica posterior en un 25%