Los tres tipos de (casi) siempre. Los músicos de Ricardo Vilca. Una coplera cautivante. Un erke sublime. Un Rubén Patagonia inmenso y conmovedor. Las cuatro mejores cantantes del país y un histórico para ofrecer un cover inolvidable. Una plegaria. Tres horas y cuarto de show aleccionador sobre cómo hacer un recital memorable, arrollador y emotivo con sólo cuatro clásicos en otra presentación de “Amapola del 66” del Divididos del 2010 que no es lo mismo pero es igual. Por Sergio Corpacci
Por Canal26
Lunes 5 de Julio de 2010 - 00:00
Difícil terminar bien arriba, extasiado y conmovido un sábado que iba a ser de gloria y promediaría siendo de defunción. Difícil pero no imposible si uno, cargando la mochila de otra frustración mundial, se acercaba al Luna Park para la tercera presentación de “Amapola de 66”, octavo y demorado disco de Divididos con el que revalidó su apuesta al rock fusionado con su eterna psicodelia y sones folclóricos, funk y progresivos.
Y cargando su mochila, arrastrando los pies como un eliminado más, pero dispuesto a dar batalla, irrumpió a las 21.45 un sobrio Ricardo Mollo para hacer estallar a la multitud que sólo quería que La Aplanadora le pase por arriba a la desazón y desate el pogo de siempre.
Y así fue. Con un inicio digno del nuevo disco, donde Hombre en U, Buscando un Angel, Mantecoso y Muerto a laburar hicieron creer a quien suscribe que la “Amapola del 66” iba a ser desgajada de un saque. Pero no. Vientito del Tucumán del ya lejano “Gol de Mujer”, justo en una noche post goleada, adentró en lo autóctono marca del orillo del power trío que a partir de allí amplificaría la conexión de un auténtico cable (a Madre) tierra.
Enseguidita nomás, una electrificada versión de Par mil precedió a Avanzando Retroceden, cierre de la última placa, susurrado por la casi desconocida voz de un Diego Arnedo, que no necesita gritar los cuatro vientos qué grande es dentro de la banda y en el mundo del bajo. Acompañado por la impecable Micaela Chauque en Sikus que inauguraría el desfile de invitados para un set memorable de fusión rockera y folclórica.
Y así, lidiando con algunos problemas de sonido, prontamente superados y muy bien sobrellevados por los músicos, La Flor Azul, junto a los Amigos de Ricardo Vilca, compositor, músico y maestro rural jujeño, fallecido en junio de 2007, le daría un toque de peña más que de recital rockero, a un Luna Park, entregado ya a la maravilla musical. Esa que empañaría los faroles de miles con Guanuqueando (a la que cualquier adjetivo no llega a calificarla en su real dimensión) precedida por Que ves, primer clásico de la noche y secundadapor Voyar Nocturno con Facundo Nardone en Lap-Steel, Senderos y la emotiva Jujuy replicada por paisajes de la provincia desde las pantallas vigiladas por el molino campero girando a su ritmo idem.
Pero faltaba más. Más música. Más emoción. Más compromiso contra la causa colonizadora, esa que relata Cristoforo Cacarnu del infame 1492 y que en 2010 sirvió para concientizar contra la minería a cielo abierto, esa que bajo poncho pero sin disimulo ya se desarrolla en San Juan, que Mendoza afortunadamente aún resiste, y amenaza con expandir su contaminación invisible y territorial bajo el infame paragüas protector de un gobierno que se proclama progresista, nacional y popular.
Faltaba más. Faltaba Rubén Patagonia y su impronta. Su porte. Su grito. Su presencia originaria. Su arte descarnado para sumirse y sumirnos en un vendaval sonoro, psicodélico, apabullante de energía, de clamor por respeto a la Pachamama y a los pueblos originarios.
Una hora y cuarto de show y de los clásicos ni noticias. Es que este es el Divididos de Amapola del 66. El Divididos del 2010 aunque se retrotraiga a Sumo y entregue una página sonora insuperable con el erke de Fortunato Ramos y la conmovedora versión de Mañanas en el Abasto.
Todos fuimos, alegato contra el mal manejo vial en recuerdo de los alumnos y docentes fallecidos del Colegios Ecos también conmovió y precedió al momento tierno de la noche: la presencia de Coco, el perro de Mollo, la musa inspiradora de la contundente Perro Funk de la última placa, que con ladridos respondió los embates y "llenó de pelos" y alegría a un embobado cantante.
Dos horas pasaditas de recital... y de los clásicos ni noticias. Tampoco se los reclamaba. Entonces fue tiempo del primer cover. De Sucio y desprolijo, previo agradecimiento al Pappo que ya no está pero que sigue presente.
Y la espera íntima de un éxito de ayer, hoy y siempre tiene su premio en un sprint final donde Divididos recordó su pasado con las contundentes Rasputin, El 38 y Ala Delta. No más que eso para saciar a los Santos en Remera.
Y antes de un cierre que se afortunadamente se demoraba fue tiempo de recordar a The Beatles con “Una pequeña ayudita de mis amigos”. O de amigas, cantantes ellas, consagradas y también rescatadas como en el caso de la histórica y más que sexy Isabel de Sebastián, una de las voces de la ochentosa banda Metrópoli, una felina Fabiana Cantilo, la siempre estridente Claudia Puyó y la incomparable, única e insuperable Hilda Lizarazu, elegante por donde se la mire y oiga. Desde el órgano Hammond, despuntó Ciro Fogliatta, tecladista prócer del rock nacional e integrante de Los Gatos presentado con honores por un Diego Arnedo que reclamó fuerte aplauso “sino los cago a trompadas”.
Y lo que hubiera sido un cierre ideal antecedió a la presencia de un Roberto Petinatto que se demoraba en ingresar dando lugar a chanzas internas, antes de que se luzca Diego Arnedo y su instrumento de siempre (apuesto a que el bajo color huevo es el de los inicios del grupo) con Bajo Solo, instrumental fuera de lista y cierre del disco Otroletravaladna de 1995.
“Linda hora para tomarse un nesquik” propuso Mollo. Y aunque más de uno quisiera aplacar tanta sed con un trago de cerveza, aceptó el convite de Next Week. Invitación a dejar los restos de la gola cantando el tema de Sumo enganchado con Dejame en Paz.
Y la paz llegó con "Amapola del 66” , paz con pedido de plegaria, “para uno de nostros que no está pasando un buen momento, una plegaria de sanación por Gustavo” .Y no faltaba más que entender el ruego de recuperación para Gustavo Cerati, quien sigue luchando por su vida, y al que el respeto de hoy de la concurrencia apagó afortunadamente para siempre los insensatos reclamos de muerte de otrora.
Tres horas y cuarto de show. 25 temas, sólo cuatro hits. Los amigos de ayer, de hoy y de siempre. La Aplanadora volviendo a los orígenes, hurgando en la tierra de la identidad, poniendo manos a la obra. Desjagando una "Amapola del 66” alucinante.
Divididos del 2010. El de"Amapola del 66”. Que no es lo mismo. Pero es igual.
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