El reality “ vamos a hacer un bebé” fue un éxito sin haber existido nunca

La idea del programa “Vamos a hacer un bebé” era concebir un hijo con un extraño frente a las cámaras de televisión otorgando a la pareja ganadora US$175.000. Finalmente todo era una broma.

Dicen los creadores de esta loca idea que todo comenzó como un desafío en el que había que inventar el peor reality show para poner a prueba las fronteras del formato. Pese a esto en dos meses, "Vamos a hacer un bebé" estuvo a punto de convertirse en un programa de verdad.

Cientos de aspirantes colapsaron las líneas telefónicas luego que salió el anuncio invitando a los interesados y canales de televisión de todas partes del mundo empezaron a ofrecer grandes sumas de dinero para asegurarse los derechos de la serie.

La productora y directora del proyecto, Helen Sage asegura: "Nunca nos imaginamos que llegaríamos tan lejos con tan poco esfuerzo".

Según informo Sage el experimento clandestino iba a formar parte de una serie de la BBC que se llama "Diabluras" ( Mischief ). La intención de los realizadores era tomar una idea de muy mal gusto y crear una compañía falsa para venderla.

"Vamos a hacer un bebé" se centraría en los concursantes -que no se conocían entre sí-, que vivirían en una "casa de fertilidad". Cada semana la audiencia expulsaría de la casa al menos atractivo. Posteriormente, las dos parejas finalistas competirían para concebir primero un hijo y apoderarse entonces del premio de US$175.000 por persona.

Según encuestas realizadas por los ideólogos -de esta mentira- el programa era reprobado moralmente por los consultados pero sería uno de los más vistos de la TV.

En el casting acudieron más de 200 personas, incluso un hombre gay que quería intentar tener relaciones sexuales con una mujer. Ninguno de los postulantes supo que todo era una farsa hasta después de las audiciones.

Como parte de la investigación, hasta se organizó una fiesta en la mayor feria de ventas de televisión de Europa -Cannes- para proponer la falsa idea a canales de televisión de todo el mundo. Para la sorpresa de los productores, recibieron varias ofertas.

"Como productora de TV, me interesaba mucho saber cuán bajo podía llegar la industria con tal de atraer al público y la respuesta es: realmente muy bajo" concluye Sage.