Ingrid Betancourt, 6 años en manos de las FARC
En un precario estado de salud y en medio del abatimiento, la colombo-francesa Ingrid Betancourt cumple el sábado seis años en poder de la guerrilla de las FARC en las selvas de Colombia, mientras Francia y su familia urgen una salida humanitaria para lograr su libertad.
Las esperanzas en el caso Betancourt se han concentrado en el presidente venezolano Hugo Chávez, a quien el gobierno colombiano nombró mediador en una decisión que reversó el 22 de noviembre, pese a lo cual las FARC le entregaron en enero a las rehenes Clara Rojas y Consuelo González, y le prometieron otros cuatro.
El sexto aniversario del plagio de la ex candidata presidencial colombiana por el partido verde Oxigeno será conmemorado con actos públicos especialmente en Francia y una misa en Colombia, mientras el canciller francés Bernard Kouchner realizó un viaje a Caracas y Bogotá para tratar el tema.
La madre de Betancourt, Yolanda Pulecio, dijo que es de "extrema urgencia" conseguir que su hija salga de la selva dado su precario estado físico y anímico, según se observa en un video y fotos conocidas en noviembre como las más recientes pruebas de supervivencia enviadas por las FARC.
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"La situación de Ingrid es bastante complicada, de urgencia, ella está pidiendo auxilio", apuntó Pulecio, quien considera que las gestiones de Chávez son el único camino para conseguir la libertad de su hija y los demás rehenes.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) proponen el canje de al menos 43 rehenes, entre ellos Betancourt, tres estadounidenses y decenas de policías y militares colombianos, por 500 rebeldes presos.
El canciller francés agradeció el jueves en Bogotá la gestión de Chávez y se declaró favorable a involucrar a otros países, entre ellos Brasil, en los esfuerzos de liberación de los rehenes.
"Francia participará, a solicitud del presidente Alvaro Uribe, en todos los trámites con los países latinoamericanos, organismos internacionales, la Iglesia (Católica), todas las asociaciones de buena voluntad, las que podrían permitirnos avanzar en las liberaciones", dijo Kouchner.
El número dos de las FARC, Raúl Reyes, descartó la semana pasada la mediación de la Iglesia Católica, que Uribe había propuesto en diciembre.
Ese anuncio de Reyes, según el investigador de la universidad Nacional Jaime Zuluaga, portavoz de las organizaciones agrupadas en la Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz, subraya que en el tema de los rehenes "las FARC privilegian el escenario internacional", con Venezuela como punta de lanza.
Zuluaga no desestima que puedan unirse otros países de América Latina como Brasil y Argentina. Pero mientras se pone en marcha el entramado de gestiones diplomáticas, la suerte de los rehenes parece ser más apremiante.
León Valencia, ex guerrillero y director de la Fundación Nuevo Arco Iris, especializada en el tema del conflicto, considera que en estos seis años las posiciones estáticas de Uribe (rescate por la fuerza) y de la guerrilla (insistencia en la desmilitarización de 800 km2) se agotaron y se impone otra salida.
"Las FARC optaron por una interlocución directa con un gobierno extranjero como el de Chávez", comentó Valencia, y agregó que "en esa lógica es posible que le entreguen a Ingrid al presidente (francés Nicolas) Sarkozy, a cambio de un compromiso para que éste promueva una iniciativa para sacarlos de la lista de grupos terroristas de la Unión Europea".
Por su parte, víctima de la presión, Betancourt -que cumpió 46 años el 25 de diciembre-, ha increpado en varias ocasiones a los guerrilleros a quienes reclama un trato digno y también mantuvo roces con otros rehenes, según testimonian antiguos compañeros de cautiverio.
La ex congresista Consuelo González, liberada en enero, recordó que en los campamentos a Ingrid se le "notaba muy flaca, flaquísima, y con problemas de salud pero mentalmente estaba firme", y que aún cautiva "debatía mucho, con la vehemencia que la caracteriza".
Esa vehemencia la llevó a mediados de los años noventa a ser la congresista más votada en el partido Liberal, del cual abjuró tras denunciar la influencia del narcotráfico en la política, y fundar el partido verde Oxígeno con el cual se presentaba como candidata presidencial cuando fue secuestrada.
Hija del ex ministro de educación Gabriel Betancourt, que murió meses después del plagio, y de Yolanda Pulecio, una ex reina de belleza que se dedicó a la política poniendo empeño en causas filantrópicas, Ingrid amaba el debate.
Estudió en el Liceo Francés de Bogotá, donde sus ex compañeros la recuerdan como brillante, ambiciosa, estudiosa, con un gran poder de convencimiento e ideas de izquierda.
Luego viajó a París para estudiar ciencias políticas y fue alumna del ex ministro Dominique Villepin. Obtuvo la nacionalidad francesa por su matrimonio con Fabrice Deloye, un diplomático, con quien antes de separarse tuvo dos hijos, Melanie y Lorenzo, que pasaron una adolescencia marcada por el secuestro.
Regresó a Colombia a comienzos de los años noventa y tras un breve paso por la burocracia se dedicó a la política y conoció a su segundo esposo, el publicista Juan Carlos Lecompte.
Otra ex rehén, Clara Rojas, que recuperó la libertad junto a González, también admitió que pese a su estrecha amistad, en medio del cautiverio surgieron desaveniencias con Betancourt, especialmente tras uno de los al menos cinco intentos de fuga.
Rojas, que tuvo un hijo con uno de sus captores, acompañaba a Betancourt en el momento del secuestro en febrero de 2002 cerca de San Vicente del Caguán (sureste).
Las circunstancias del plagio revelan mucho de la personalidad de la colombo-francesa, a quien las autoridades le habían advertido el riesgo de viajar a esa zona, donde tres días antes se había dado por concluido un proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Pero ella lo hizo igual, convencida de que sus posiciones progresistas eran su mejor escudo de protección, según reveló Rojas, quien agregó que en un primer momento ambas pensaron que el secuestro sería pasajero.
Pero no fue así y Betancourt acumula seis años de cautiverio que le han hecho mella. Un video y fotos divulgados en noviembre la muestran abatida, demacrada y silenciosa, en medio de inhumanas condiciones de cautiverio, que incluyen la colocación de cadenas por períodos.
Pero si las imágenes son dramáticas no lo son menos sus palabras en una extensa carta a su familia divulgada simultáneamente y en la cual sentencia: "Aquí vivimos muertos".
Ese mensaje y las imágenes, junto con las de otros rehenes, generaron una ola de indignación que llevó a la convocatoria de una marcha contra las FARC el 4 de febrero, que congregó a millones de colombianos en ciudades de su país y del exterior.