La caída de las dictaduras en el mundo árabe

Por Canal26

Domingo 21 de Agosto de 2011 - 00:00

La “primavera árabe” tuvo hoy un nuevo capítulo de gran importancia con el avance de las tropas insurgentes sobre la capital libia Tripoli.

Apenas han pasad siete meses del comienzo de unas revueltas que barrieron a los presidentes tunecino y egipcio y provocaron crisis en Siria, Yemen y Bahréin.

La seguidilla de protestas y revueltas, que azuzaron las esperanzas democráticas en esta región del mundo, se han convertido hoy en un cortejo de conflictos, crisis y graves problemas económicos.

"La situación es hoy más difícil", estima Rabab al Mahdi, profesora de ciencias políticas de la Universidad Americana de El Cairo (AUC), seis meses después de que un vendedor ambulante se inmolara con fuego en Túnez el 17 de diciembre, punto de partida de una vorágine de revueltas en el mundo árabe.

"La idea de que se podía salir a las calles para derrocar un régimen como sucedió en Túnez y en Egipto se pone en duda con el caso de de Siria, de Yemen y de Bahréin", estima.

Para Antoine Basbous, del Observatorio de los Países Arabes (OPA) en París, la diversidad prevalece. A pesar de los lemas a menudo idénticos y las esperanzas compartidas, "no hay dos movimientos que se parezcan", señala.

Túnez, país pionero de la "primavera árabe" que ha fijado para el 23 de octubre las primeras elecciones desde la partida de Zine el Abidin Ben Alí, parece estar bien encaminado en una transición, a diferencia de Egipto, donde "hay ciertas dificultades", estima.

En Egipto, donde muchos temen que los islamistas salgan fortalecidos tras la partida de Hosni Mubarak, el ejército en el poder parece querer únicamente "un cambio de fachada".

En estos dos países, las graves dificultades económicas que acompañaron los cambios de régimen llevaron a la comunidad internacional a movilizar miles de millones de dólares en ayudas.

Yemen, cuyo presidente Alí Abdalá Saleh está hospitalizado en Riad luego de resultar herido en un ataque, corre el riesgo de sumergirse en una situación similar a la de Somalia, donde reina el caos y el Estado se desintegra, agrega Basbous.

Bahréin por su parte ya vivió su "contrarrevolución" luego de la represión de las protestas de febrero y marzo.

En Siria, el régimen puso en marcha una represión masiva, "está decidido a defenderse y aún tiene recursos", señala.

Los riesgos de contagio a otros países son reales pero inciertos. "Los efectos sobre el resto de la región van a depender del resultado obtenido en estos países. Pero no hay efecto mecánico, ello depende mucho de la situación interna", observa Rabab al Mahdi.

Argelia puede calmar los anhelos de su población recurriendo a los importantes ingresos que generan sus recursos en hidrocarburos. Marruecos apuesta por su parte por una política de reformas.

Pero en Jordania, señala Antoine Basbous, "las dificultades de la monarquía son más importantes, y se trata de un país rodeado de vecinos en crisis".

A pesar de estas incertidumbres, algunos siguen siendo optimistas sobre los logros de la "primavera árabe", que ha colocado la democratización entre los asuntos claves de una región que parecía condenada a seguir siendo un santuario de regímenes autocráticos intocables.

LA PRIMAVERA ÁRABE
Túnez
La Primavera Árabe comenzó en este pequeño país del norte de África. El descontento de las clases medias y bajas ante el desempleo, la corrupción, pobreza y la falta de libertades políticas condujo a levantamientos populares contra el presidente Zine El Abidine Ben Ali, quien llevaba 23 años en el poder. Luego de la renuncia de Ben Ali, el 14 de enero, se nombró un gobierno provisional y se anunció una serie de reformas políticas y económicas, entre ellas la realización de elecciones para una Asamblea Constituyente para julio de este año.



Pero el gobierno lo aplazó para octubre, arguyendo la necesidad de más tiempo para organizar la votación y para un diálogo nacional más amplio. Diarios árabes señalan que, de todos los países en proceso de cambio, Túnez es el que lleva su revolución de forma más cohesiva, con una diversidad de partidos con ideologías diferentes actuando sin conflictos extremos, incluyendo seculares liberales e islamistas.

Pero las reformas económicas han sido lentas, de acuerdo con periodistas de Túnez, y la población reclama contra la demora en el juicio de personas vinculadas al antiguo régimen, aunque Ben Ali fue juzgado en rebeldía. Junto a ello, los grupos sociales más secularizados comienzan a temer la fuerza que cobran los principales partidos de ideología más islamista, generando dudas sobre el futuro del secularismo en el país.



Egipto
Fueron 18 días de protestas inspiradas en la revolución de Túnez, y al menos 850 muertos, luego de que fuerzas de seguridad abrieran fuego contra manifestaciones pacíficas en la capital, El Cairo, y en otras ciudades de un país considerado uno de los más importantes e influyentes del mundo árabe. La presión popular e interna militar obligó al presidente Hosni Mubarak a renunciar, concluyendo 30 años en el poder. Egipto está presidido por un gobierno provisional liderado por un consejo militar de las Fuerzas Armadas. Pero la euforia por los cambios ha dado lugar a desacuerdos sobre el camino a seguir en las reformas entre los diferentes grupos y movimientos políticos que se unieron en las protestas masivas en contra de Mubarak.

Las reformas están siendo supervisadas por los militares, incluyendo un controvertido referéndum que fue aprobado por la gente que prevé enmiendas a la Constitución vigente y elecciones para una Asamblea Constituyente que elaborará una nueva carta que también debe ser aprobada por un referéndum. Grupos de jóvenes activistas, que encabezaron las protestas, ahora parecen temerosos y frustrados ante la lentitud de las reformas, del enjuiciamiento de los miembros del antiguo régimen y del poder de los partidos islámicos, cuya agenda política genera desconfianza en el secular.

Incluso con el juicio al expresidente Mubarak, que comenzó el miércoles, la gente comienza a desconfiar de los militares, antes respetados por la mayoría de los egipcios y temen que las reformas económicas y políticas sólo se lleven a cabo para satisfacer a las élites y mantener los privilegios de los militares. "Además de todo esto, tenemos también que luchar contra una variedad de grupos, de los islamistas a los los seculares, de feministas laicas a jóvenes liberales. Las tensiones han ido en aumento y nadie sabe exactamente a dónde irá a parar Egipto", dijo Paul Salem, director del Centro Carnegie para Medio Oriente en Beirut, quien estuvo recientemente en Egipto para dar una conferencia sobre el futuro electoral del país.

Según Salem, los recientes conflictos religiosos entre musulmanes y cristianos coptos en el país pueden haber elevado el temor secular. "Cualquier éxito de la experiencia democrática en el mundo árabe pasa por Egipto. Si fracasa en este país, aumenta las probabilidades de fracaso en otras partes de la región", señaló Salem.

Siria
Las protestas de Siria comenzaron en marzo de forma paulatina, pero cobraron impulso luego de que el gobierno tomara medidas enérgicas contra la gente, utilizando al ejército y deteniendo a miles de personas usando a la policía secreta. Había escepticismo sobre la capacidad de movilización de los sirios, pero las ciudades se unieron a las protestas contra el presidente Bashar al Asad, que hace diez años que está al frente del país tras suceder a su padre, Hafez al-Assad, quien dirigió a Siria con puño de hierro por más de 30 años. La crisis en Siria ha llevado a miles de personas a abandonar el país como refugiados en Turquía y Líbano. Al menos 1.500 personas murieron después de que el gobierno enviara tropas y soldados para aplastar las protestas en varias ciudades.

Los analistas dicen que la situación en Siria ha llegado a un callejón sin salida para ambas partes -gobierno y oposición continúan firmes en su decisión de no ceder. Mientras las protestas aumentan y ganan partidarios en las ciudades tras cada episodio de la represión, el gobierno está dispuesto a mostrar su fuerza y enviar más tropas para frenar y acabar con la disidencia.

El domingo en la ciudad de Hama, al menos 150 personas murieron después de una ofensiva militar de las tropas del gobierno contra la ciudad. El ataque provocó nuevas protestas y la condena internacional de las potencias occidentales, incluyendo una reunión del Consejo de Seguridad de ONU. Los analistas, sin embargo, no ven solución debido al punto muerto en el que ha caído el país y advierten que esta situación puede durar meses, paralizando la ya debilitada economía de Siria y conduciendo a un aumento de la violencia que podría salirse de control.


Yemen
Yemen también ha sido escenario de un levantamiento popular para derrocar al presidente Ali Abdullah Saleh, en el cargo desde hace 30 años. Pero a diferencia de otros países árabes que han experimentado revoluciones, Yemen tiene el agravante de tener grupos armados y la presencia de al-Qaeda en su territorio.

"Eso por sí solo ya convierte al país en un lugar muy inestable y delicado, con movimientos populares que piden reformas y grupos extremistas y terroristas pudiendo aprovecharse de un posible vacío de poder para obtener ganancias e incrementar su presencia", dijo el analista independiente Muhamad Ali Sultan. Una propuesta de los países del Golfo para la salida de Saleh fue una transición de poder, pero no fue aceptada por el gobierno. Las protestas y el aumento de la violencia ha dejado cientos de muertos, de acuerdo con grupos de defensa de los derechos humanos.

Además de la sublevación popular, el gobierno se enfrenta a grupos armados en el país, que es visto por los observadores extranjeros como un fuerte candidato para convertirse en una nueva Somalia, un Estado fallido y sin ley. "La comunidad internacional está con la vista puesta en Libia y Siria, mientras que Yemen se encuentra en un callejón sin salida, sin esperanza de una resolución en el corto o mediano plazo", dijo Sultan.



Bahréin
La mayoría de la población del pequeño país del Golfo Pérsico es chiíta (casi 70%), pero es gobernado por la familia real sunita Al Khalifa. Las protestas prodemocracia tuvieron la adhesión de sunitas también, pero el gobierno acusó a la oposición de realizar un levantamiento chiíta que apuntaba a un golpe a la monarquía. Después de la muerte de algunos manifestantes, el gobierno se disculpó con la población y prometió reformas. Sin embargo, la gente continuó en las calles para exigir cambios radicales en el país y mayores derechos de participación política.

Incapaz de reprimir las manifestaciones, el gobierno recurrió a la ayuda de Arabia Saudita, que envió tropas para restaurar el orden y reprimir las protestas. Varios miembros de partidos políticos de oposición y activistas prodemocracia fueron arrestados por "conspirar contra el gobierno". Los analistas dicen que los movimientos prodemocracia en Bahréin fueron sometidos y no hay perspectivas de un regreso de las protestas como en otros países árabes. Según ellos, Arabia Saudita -temerosa de que los cambios en los países vecinos puedan alimentar movimientos en su territorio- no permitirá un regreso de las protestas en Bahréin.