La lección de valentía de un alcalde japonés al que el tsunami dejó viudo
Futoshi Toba se ha convertido en uno de los símbolos del estoicismo japonés ante la
catástrofe: pese a la pérdida de su esposa, arrastrada por el tsunami, el alcalde de la devastada ciudad de Rikuzentakata ayuda día y noche a las víctimas.
Hace exactamente un mes, el 11 de marzo, cuando fue lanzada la alerta al tsunami tras el sismo de magnitud 9, Toba se vio confrontado a un duro dilema: o acudía a salvar a su familia, o permanecía en su puesto para supervisar las operaciones de socorro.
El alcalde de 46 años eligió la segunda opción y no ha parado en su labor desde entonces, salvo para incinerar a su esposa, cuyo cuerpo fue hallado bajo los escombros de Rikuzentakata, una de las ciudades costeras más afectadas por el desastre.
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Al cumplirse este lunes un mes de la tragedia, que dejó más de 27.000 muertos y desaparecidos, un nuevo sismo de magnitud 7,1 se produjo este lunes en el noreste de Japón.
De los 23.000 habitantes de Rikuzentakata, uno de cada diez halló la muerte por las olas gigantescas que se abatieron aquel 11 de marzo sobre la ciudad, sumergiendo su puerto y su parte baja.
"Para ser honestos, cuando se acercaba el tsunami, me preocupaban sobre todo mi mujer y mis hijos" asegura Toba, interrogado por la AFP en un centro de acogida para los evacuados.
"Pensé en tomar mi coche e ir a buscarlos. Pero, como alcalde, me vi obligado a decidir lo que era más importante: ¿cumplir con su deber o salvar a su familia?
Su voz se entrecorta por la emoción. "Mi corazón rebosa de tristeza. No puedo pedir disculpas a mi mujer", asegura. Futoshi Toba no ha tenido aún el valor de anunciar la muerte de
la madre a sus dos hijos, de 10 y 12 años, pero sospecha que éstos ya han adivinado la verdad.
Como el 90% de su ciudad quedó devastada, han sido lanzadas los operaciones de limpieza y de reconstrucción. Hasta ahora, una treintena de familias de los afectados han podido ser albergadas
en viviendas temporales.
"Es aún difícil contemplar un retorno a la normalidad mientras aún haya gente desaparecida", asegura Toba, que perdió a 68 empleados municipales, una tercer parte de sus efectivos.
El tsunami también destrozó los pisos inferiores de la alcaldía, los equipos de comunicación que ahí se hallaban, así como estanterías llenas de documentos oficiales.
El alcalde teme que muchos de sus habitantes prefieran dejar la ciudad en lugar de esperar a que recupere la normalidad.
"Aquí, todo el mundo ama Rikuzentakata, ya que es nuestra ciudad", aseguró un siniestrado de 26 años, Ryo Yamazaki, cuya madre está desaparecida. "Pero hay que ser realista: la gente no va a esperar 10 o 20 años para reconstruirla", asegura.
Al venir a inspeccionar los daños causados a la alcaldía, un empleado municipal de 69 años subraya los errores que no deberían volver a cometerse. "Por ejemplo: ¡la alcaldía estaba construida a solamente 1,2 metros por encima del nivel del mar!".
"Hemos olvidado las lecciones de nuestra historia... Hemos vivido atraídos por al belleza de vivir junto al mar. En el fondo de cada uno de nosotros, sabíamos que un tsunami se produciría tarde o temprano, pero hemos sido demasiado complacientes", se lamenta.