El secreto de la bóveda de Jorge Luis Borges en la Recoleta

La obra literaria de Jorge Luis Borges no solo lo catapultó como una de las mejores plumas de su generación y de la historia, también fue una voz importante para conocer personajes del pasado que parecían olvidados. Quizás porque muchos de ellos fueron sus antepasados, su linaje se remonta a los primeros años de la Revolución, y ha dejado una gran cantidad de datos curiosos.
Además de familiares héroes para la independencia y personajes de la cultura, Borges tiene un interesante lazo con el Cementerio de la Recoleta que quizás no conocías.

Borges y Recoleta
Jorge Luis nació el 24 de agosto de 1899, hijo de Jorge Guillermo Borges y Leonor Acevedo Suárez. Como se dijo anteriormente, su árbol genealógico mezcla ilustres familias argentinas, criollas y anglosajonas, así como también española y portuguesa.
Su bisabuelo materno fue Manuel Isidoro Suárez, militar del ejército argentino que luchó en las guerras de independencia hispanoamericana y posteriormente en el bando unitario, a quien Borges le dedica varios poemas, entre ellos Coronel Suárez. Otro a destacar es el militar Francisco Borges, abuelo paterno, quien nació en Uruguay y participó de los enfrentamientos contra los indígenas y en la guerra del Paraguay. El poema Al coronel Francisco Borges está dedicado a él.
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Ambos descansan en la bóveda familiar en Recoleta junto a los padres de Borges y su hermana, Norah.
Si bien no están enterrados en el cementerio, vale mencionar que también desciende del poeta puntano Juan Crisóstomo Lafinur (fue su tío bisabulo) y pariente lejano (por vía materna) de Francisco Laprida, presidente del Congreso de Tucumán al momento de la firma de la independencia el 9 de julio de 1816.

¿Jorge Luis Borges?
El escritor murió el 14 de junio de 1986 en Ginebra, Suiza, ciudad donde pasó gran parte de su vida y a la cual definió como “una de sus patrias”. Actualmente, sus restos descansan allí, en el Cementerio de los Reyes. ¿Por qué?
Hace unos 15 años salió a la luz una entrevista que le realizaron los periodistas José María Berzosa y André Camp, en 1969, para un documental donde hablaba sobre su deseo de ser enterrado en la Recoleta. Un dato confirmado por el diario español El País. Tiempo antes, en su antología personal de 1961, el propio escritor afirma: “No paso ante La Recoleta sin recordar que están sepultados ahí mi padre, mis abuelos y tatarabuelos, como yo lo estaré”.

Lo cierto es que pese a los varios intentos de repatriarlo, su viuda -Maria Kodama- se opuso. Según ella, su marido había cambiado de parecer y que fue él mismo quien decidió fallecer y ser enterrado en Suiza para evitar un “revuelo mediático”.
Con la muerte de Kodama en 2023 resurgió la idea de que los restos del autor de El Aleph vuelvan a su país, pero por ahora quedó en eso... en un deseo.
Cuando el papa Francisco afeitó a Borges
Bergoglio fue maestrillo en el colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe. Es ahí, durante la década de 1960, que conoció aBorges. Incluso el episodio fue narrado por el propio pontífice en su autobiografía “Esperanza”.
“Cuando, con apenas veintisiete años, me convertí en profesor de Literatura y Psicología del colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, impartí un curso de escritura creativa para los alumnos y decidí mandarle, por mediación de su secretaria, que había sido mi profesora de piano, dos cuentos escritos por los chicos. Yo parecía aún más joven de lo que era en realidad, tanto que los estudiantes me habían puesto el apodo de Carucha, y Borges era, en cambio, uno de los autores más reconocidos del siglo xx. No obstante, mandó que se los leyeran —ya estaba prácticamente ciego— y además le gustaron mucho”, relató en su autobiografía.

“Lo invité incluso a dar algunas clases sobre el tema de los gauchos en la literatura, y él aceptó; podía hablar de cualquier cosa, y nunca se daba aires. Con sesenta y seis años, se subió a un autobús e hizo un viaje de ocho horas, de Buenos Aires a Santa Fe”, recordó y reveló una pequeña infidencia que pasaría a la posteridad: “En una de aquellas ocasiones llegamos tarde porque, cuando fui a buscarlo al hotel, me pidió que lo ayudara a afeitarse. Era un agnóstico que cada noche rezaba un padrenuestro porque se lo había prometido a su madre, y antes de morir recibió los sacramentos”.
En la provincia de Estanislao López, el futuro pontífice impartió clases de literatura española, arte y oratoria. Ser “maestrillo”, entre los jesuitas, significa estar en la etapa de formación Magisterio. Para 1977, volvió a visitar la capital provincial, esta vez fue para encabezar una disertación en el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez. La presentación se llamó “Historia y presencia de la Compañía de Jesús en nuestra tierra”.