“Tengo la certeza”: el día que Charles Darwin conoció a Domingo Sarmiento y lanzó una premonitoria reflexión
El científico se emprendió en un viaje desde diciembre de 1831 a octubre de 1836, donde recorrió el mundo al bordo del Beagle. Su paso por América del Sur dejó más de una anécdota.

Charles Darwin, quien por aquel entonces tenía 22 años, se emprendió en un viaje desde diciembre de 1831 a octubre de 1836, donde recorrió el mundo al bordo del Beagle, de la Marina Real Británica, capitaneado por Robert Fitz Roy. A comienzos de 1833 el barco lo dejó en la desembocadura del Río Negro, lo que hoy es parte de la Patagonia argentina.
Tras unos meses, en lo que hoy es territorio argentino, el Beagle zarpó nuevamente y llegó a las Malvinas, las cuales ya estaban ocupadas ilegalmente por ingleses. Luego de pasar por Tierra del Fuego, Darwin transitó las playas trasandinas hasta Santiago de Chile.
Darwin y Sarmiento
En una carta a su prima Emma -quien se convertiría en su esposa- Darwin da parte de un encuentro impensado: “En el pueblo de Los Andes, donde me alojé por un par de días, conocí en una escuela a un profesor excepcional, mente lúcida, valiente de ideas, claridad expositiva y una profunda sencillez de alma. En el año y tanto que llevo en Chile por primera vez tengo la certeza de estar frente a un gran hombre. Me dejó su tarjeta: Domingo Faustino Sarmiento”. Este texto fue dado a conocer en 2011 por el Diario de Cuyo, señalando que se encuentra en una colección de archivos chilena.

Desde Santiago, regresa a Argentina atravesando la cordillera. Comentó haber sido tratado muy bien por los responsables de la aduana. En la zona de Paramillos escribió sobre los árboles petrificados que halló:
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“Se requiere un poco de práctica geológica para interpretar la maravillosa historia que esta escena una vez encerró; aunque confieso que estuve primero tan asombrado que pude escasamente creer la más clara evidencia. Vi el lugar donde un grupo de finos árboles una vez ondularon sus ramas sobre las costas del Atlántico, cuando el océano (ahora retirado 700 millas) vino al pie de los Andes...”.
Darwin fanático del mate y la teoría sobre su muerte
Darwin en Argentina tomaba mate, rito que extrañó mucho en su vejez. Su hijo Francis comenta: “Le he oído hablar del gran consuelo que suponía un mate y un cigarrillo cuando descansaba después de una larga cabalgada y le era imposible conseguir algo de comer durante algún tiempo.”

Durante su paso por Mendoza, Charles Darwin fue picado por vinchucas en una posta de Luján de Cuyo. A partir de los síntomas que presentó durante su vejez, algunos historiadores creen que contrajo el mal de Chagas y esta fue esa la causa de su muerte. Así retrató el episodio el día 25 de marzo de 1835 en su Diario:
“Cruzamos el río Luján -se refiere al río Mendoza-, que es un río de considerable tamaño. La noche la pasamos en la villa de Luján, pequeña población rodeada de jardines, cuya comarca es la más meridional de todas las cultivadas en la provincia de Mendoza; está situada cinco leguas al sur de la capital. No pude descansar por haberme visto atacado por un numeroso y sanguinario grupo de las grandes chinches negras de las Pampas, pertenecientes al género Benchuca, una especie de Reduvius. Difícilmente hay cosa más desagradable que sentir correr por el cuerpo estos insectos, blandos y sin alas, de cerca de una pulgada de largo. Antes de efectuar la succión son muy delgados, pero después se redondean y llenan de sangre, y en este estado se los aplasta con facilidad.”.

El trayecto siguió y lo alejó de Sudamérica. A partir de los conocimientos y observaciones de este viaje, Darwin publicó “El Origen de las Especies” dos décadas más tarde.
Darwin también conoció a Rosas
Rosas deseaba conocerlo y él aceptó. Darwin diría sobre él: “Un hombre de un carácter extraordinario, que ejerce una notable influencia en este país, al que probablemente terminará gobernando. Ha obtenido una popularidad sin límites y, en consecuencia, un poder despótico”.
El mismo Rosas también habló de aquella reunión: “Seguramente acostumbrado a sus costumbres europeas, le impresionó ver a soldados negros y mestizos, muchos mal vestidos, y no entendió a los indígenas que se bebían la sangre de las reses que se carneaban. Es la vida del desierto, míster Darwin, le expliqué. Tampoco le entró en la cabeza por qué degollábamos a los prisioneros, me dijo que era inhumano. Le aclaré que no siempre era así, y le conté de mi pacto con los tehuelches, a los que acordé pagarle por indio que pasasen a mejor vida".

Del encuentro el naturalista se llevó un pasaporte que le otorgó Rosas y que podía usar en los puestos militares del gobierno bonaerense. De esta forma logró cruzar las pampas en dirección al Río de la Plata.
Pasó unos días en Buenos Aires antes de viajar a Santa Fe y volvió navegando por el Paraná. Al regresar se encontró que los simpatizantes de Rosas habían sitiado la Provincia. Pero Darwin pudo pasar cuando mencionó que había sido huésped del general.
















