De aquella invasión de Israel en El Líbano, en 1982, surgió la enemistad con Hezbolá, que se convirtió en el actor más destacado de la resistencia contra la ocupación.
Humo en la frontera entre Israel y el Líbano. Foto: Reuters
Un 6 de junio de 1982 Israel iniciaba, invadiendo el sur de Líbano, la autodenominada “Operación Paz para Galilea”, o Primera Guerra del Líbano. El motivo oficial de esta acción era erradicar del país vecino cualquier vestigio de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), y tendría como resultado la ocupación de la propia Beirut hasta julio de 1983. Las fuerzas del país hebreo encontraron un aliado en una de las facciones del conflicto interno: los cristianos falangistas -autores de las atroces matanzas de palestinos en Sabra y Shatila-; y un enemigo de reciente surgimiento pero de influencia creciente: Hezbolá. Esta organización armada, representante de la importante población chiita que habita Líbano, había comenzado a operar en el marco de la mencionada guerra civil y se convertiría en el actor más destacado de la resistencia contra el Estado agresor.
El líder de Hezbolá en el Líbano, Sayyed Hassan Nasralla. Reuters
Si bien en el plano militar no hay dudas del triunfo israelí, en el aspecto político es factible hablar de una derrota estratégica… ¿Por qué? Dadas las insostenibles circunstancias de su presencia en Beirut, las fuerzas ocupantes debieron retirarse paulatinamente hacia su frontera hasta abandonar completamente Líbano poco tiempo después. Su alianza con los cristianos locales fracasó, propiciando el ascenso de Hezbolá y el fortalecimiento de la presencia siria, aliada de este último grupo armado, que se extendería hasta mediados del 2005. Para peor: el “Partido de Dios”, surgido como una guerrilla de resistencia, fue el único que decidió no acatar el desarme impuesto por los Acuerdos de Taif (1989), que pusieron fin a la guerra civil. Desde allí, así como puede observarse hoy, y también gracias al sostenimiento iraní, esta organización creció a tal punto que gobierna con total autonomía el sur de Líbano, supera en poder militar y organización tanto al Estado que la enmarca como a muchos de los países de la región; y finalmente, constituye un enemigo de consideración para Israel en su propia frontera.
En Israel no descartan un nuevo foco de conflicto en la frontera entre Israel y el Líbano, lo que significa decir con Hezbolá. ¿Se abre un nuevo frente de combate en Medio Oriente? Por lo pronto Israel ha evacuado a miles de personas del norte de su territorio, ante la posibilidad de una operación militar. ¿Está en condiciones de llevarla a cabo? ¿Cómo reaccionará el resto de los países de la región? Lo único claro es que habría conflicto para rato.
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