Pequeño, colorido y musical: la historia detrás del pájaro más escuchado de la Argentina

Con su canto inconfundible y su plumaje amarillo brillante, esta ave típica de gran parte del país es símbolo de la vida rural, pero también enfrenta amenazas como el tráfico ilegal y el parasitismo de nidos.
Jilguero dorado.
Jilguero dorado. Foto: Pexels.

Entre las aves más emblemáticas del paisaje rural argentino, el jilguero dorado (Sicalis flaveola) destaca por su voz melodiosa y su colorido plumaje. Presente en casi todo el territorio nacional, excepto en sectores de la Patagonia, este pequeño pájaro de tan solo 13 centímetros es históricamente valorado tanto por su presencia sonora como por su belleza.

También conocido como jilguero amarillo o botoncito de oro, el macho se distingue por su vibrante plumaje: una combinación de amarillo intenso en el pecho, garganta y vientre, con una frente que tiende al amarillo anaranjado. La hembra, en cambio, presenta tonos mucho más apagados, sin la característica coloración dorada del macho, lo que evidencia un marcado dimorfismo sexual.

Jilguero dorado. Foto: Freepik.

¿Qué hace especial al jilguero amarillo?

El jilguero dorado es un ave social, que suele moverse en pareja o formar pequeños grupos, incluso junto a otras especies como gorriones, tordos y mistos. Durante la época reproductiva, los machos pueden estar acompañados por varias hembras, un comportamiento que ha sido registrado por ornitólogos en diferentes zonas del país.

A nivel sonoro, su canto es uno de los más reconocibles del campo argentino. Con trinos claros y variados, estas aves llenan el aire con una musicalidad que acompaña las estaciones cálidas. Su dieta se basa en semillas, especialmente de gramíneas, aunque también incluye insectos.

Con la llegada de la primavera, los jilgueros dorados construyen sus nidos en huecos naturales o reutilizan los de otras especies como el hornero. La hembra deposita entre cuatro y cinco huevos, que incuba durante 13 días. Ambos progenitores se encargan luego de alimentar a los polluelos hasta que estos logran volar por su cuenta, aproximadamente dos semanas después de nacer.

Jilguero dorado. Foto: Pexels.

Sin embargo, no todo es armonía para esta especie. Investigaciones han documentado casos frecuentes de parasitismo por parte del tordo renegrido (Molothrus bonariensis), que deposita sus huevos en los nidos del jilguero, desplazando a su descendencia natural. Además, la belleza del jilguero dorado llevó a su captura ilegal, especialmente de ejemplares machos, que son criados en cautiverio y vendidos como aves de compañía.

Estas prácticas, además de ser ilegales, comprometen la biodiversidad y el equilibrio de los ecosistemas. Por ello, especialistas en conservación alertan sobre la importancia de proteger al jilguero dorado en su hábitat natural y desalentar el comercio ilegal de fauna silvestre.

El canto del jilguero dorado seguirá siendo, para muchos, una banda sonora inolvidable del campo argentino, siempre que la conciencia ambiental permita que estas pequeñas aves sigan volando libres.