Las conclusiones del doctor Mariano Grondona

Por Canal26

Lunes 5 de Diciembre de 2011 - 00:00

Hay una frase famosa de un filósofo griego que dice “prefiero sufrir una injusticia que cometerla”. Si yo cometo una injusticia, me degrado como ser humano. Si la padezco, el que se degrada es el que la comete y yo quedo puro.

Si uno sigue esta línea de razonamiento, la otra pregunta sería: ¿qué es preferible, equivocarse por haber pensado bien o, como dice el refrán, pensar mal para no errar? Uno debe preferir ser crédulo, ingenuo, aún a costa de sufrir una gran desilusión, o ser malpensado para evitar que me mientan y engañen.

Antes de empezar a pensar, todo ser humano decide que la vida vale la pena o no vale la pena. Si la vive con la creencia de que vale la pena, le habrá valido la pena y va a tener razón. Si cree que no vale la pena, va a vivirla de tal manera que también tendrá razón. ¿A qué apostar? ¿A creer con el riesgo de ser engañado o apostar a que no hay que creer para no serlo? Son dos actitudes vitales, totalmente opuestas.

Yo preferiría haber sido ingenuo porque un político finalmente me engañó que haber sido tan desconfiado que ni siquiera pude apostar por el que me estaba diciendo la verdad. Es una apuesta vital que tiene que ver mucho con la palabra que yo analizo, y me encanta, que es alegría.

Está conectada con el frances allez, que quiere decir ir. Un ingenuo, un creyente, un crédulo, un idealista está de ida. Es una actitud juvenil si se quiere. Creo en mis amigos, en mis relaciones, en mi partido, en mi iglesia... Y me expongo al peligro de que esa fe resulte, al final, fallida.

Otra figura que es famosa en nuestra literatura es el Viejo Vizcacha, que está de vuelta y las vivió todas. Lo engañaron en todas y se previene diciendo máximas para alertar a los ingenuos, para que no caigan en el pozo de la desilusión.

Es una cosa que tendríamos que pensar: yo prefiero ser ingenuo y muchas veces la vida me ha engañado. He creído en personas en las que no debería haber creído, pero estar de ida es ser alegre, es empezar la vida todo el tiempo y tener la esperanza de que alguna vez, cuando creamos en alguien o en algo, la peguemos.