El pintoresco pueblo escondido entre las montañas que parece sacado de una película y transporta a Europa

El Valle de Calamuchita alberga algunos de los paisajes más deslumbrantes del país. Entre bosques frondosos y ríos de aguas cristalinas, se extienden pequeños pueblos cargados de encanto colonial y herencia europea.
Uno de los más destacados es La Cumbrecita, un rincón peatonal único en su tipo. Este lugar invita a bajar el ritmo, respirar aire puro y disfrutar del contacto con la naturaleza. Sus senderos de trekking llevan a cascadas y lagunas escondidas entre las sierras cordobesas, en un entorno que parece sacado de una película.

A solo 40 minutos en auto, Villa General Belgrano ofrece el complemento perfecto. Con una marcada influencia alemana, esta localidad combina propuestas gastronómicas, festivales tradicionales y un ambiente más urbano, ideal para quienes buscan movimiento sin perder la esencia serrana.
Ambos destinos forman un circuito imperdible para quienes quieren caminar por senderos de montaña, disfrutar de paisajes imponentes y vivir una experiencia cultural que remite al corazón de Europa.
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La Cumbrecita, un pueblo deslumbrante que sorprende en Córdoba
La Cumbrecita fue fundada en la década de 1930 por inmigrantes alemanes que ya se habían asentado previamente en Villa General Belgrano. Desde entonces, este pequeño pueblo serrano no solo creció en encanto, sino que también se convirtió en un referente nacional de turismo sustentable.
Uno de sus aspectos más distintivos es que, desde 1996, es completamente peatonal. Los vehículos deben quedar estacionados en la entrada del pueblo, lo que garantiza un ambiente libre de ruidos y contaminación, ideal para disfrutar del aire puro y la tranquilidad del entorno.

Las calles empedradas, las casas alpinas de madera con techos a dos aguas y los jardines floridos se integran de forma armoniosa con el paisaje serrano. Todo invita a caminar sin apuro, explorar y desconectar.
Entre las actividades más elegidas está la caminata sencilla de 500 metros hasta la Cascada Grande, una caída de agua que desemboca en una laguna de tonos verdes donde muchos se quedan a descansar, compartir unos mates o simplemente contemplar el paisaje. Muy cerca se encuentra La Olla, una pileta natural de seis metros de profundidad rodeada de bosque de coníferas, perfecta para un chapuzón en los días cálidos.
También se pueden recorrer senderos hacia el Cerro Wank, el Bosque de Abedules o la zona del Río del Medio, que ofrece miradores naturales, espacios para hacer picnic y un hermoso puente colgante de madera que invita a detenerse en el medio y capturar postales inolvidables.

El paisaje cambia con las estaciones: en invierno, la nieve y la escarcha cubren todo de blanco; en verano, los arroyos y pozones se llenan de visitantes en busca de un refrescante descanso.
La gastronomía es otro gran atractivo. La oferta incluye especialidades alemanas como goulash con spaetzle, torta selva negra y cervezas artesanales elaboradas con productos regionales. También se destacan los quesos de cabra, los dulces caseros y otras delicias que completan la experiencia serrana.