Sabores y paisajes inigualables: el pueblito ferroviario cerca de CABA que es ideal para visitar en las vacaciones de invierno

Cuando se piensa en hacer una escapada durante las vacaciones de invierno sin tener que viajar demasiado, rápidamente surgen las ciudades más conocidas como Mar del Plata o Tandil. Sin embargo, hay pueblos menos famosos que también son ideales para visitar en un día libre.
Uno de los más recomendados es Plomer, una pequeña localidad bonaerense que encarna la esencia de los pueblos rurales que aún conservan su fisonomía casi intacta desde hace más de un siglo.
Si lo que se busca es experimentar cómo es una vida cotidiana serena y marcada por la calma de una comunidad pequeña, cuya dinámica social gira alrededor de la estación ferroviaria recuperada, los comercios familiares y las actividades al aire libre; Plomer es el lugar ideal.
Cómo es Plomer, un pueblo tranquilo para visitar en un día libre
Ubicado a unos 70 kilómetros al oeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el pueblo se asienta en un ámbito de llanura, rodeado de extensos campos y atravesado por calles tranquilas, donde se respira un clima muy distinto al de las grandes metrópolis.
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La localidad integra el partido de General Las Heras y cuenta con menos de 200 habitantes permanentes. Esto lleva a que el ambiente, en Plomer, resulte propicio para quienes buscan tranquilidad, caminatas sin apuro y un entorno amistoso.
Además, la ausencia de contaminación lumínica aporta un atractivo adicional: por las noches, se puede contemplar el cielo estrellado con una claridad que resulta inusual para quienes llegan desde las ciudades.
Un pueblo ferroviario ideal para descansar
En sus primeros años -la localidad fue fundada en 1908, poco después de la construcción de la estación de tren-, Plomer prosperó a partir de la actividad ferroviaria. Sin embargo, desde que los rieles quedaron en desuso, un cambio de época se apoderó del pueblo, aunque su memoria y estructuras permanecieron bien conservadas.

Hoy, la estación recuperada se reconvirtió en un pulmón cultural y turístico, y alberga un pequeño museo que mantiene viva la herencia ferroviaria.
Allí, además de recorrer el pequeño museo y aprender sobre la historia del tren en la región, se puede disfrutar de la feria, que cada domingo transforma el predio en un verdadero centro de encuentro para la comunidad y los visitantes.
En esta feria se ofrecen desde productos regionales y artesanales, quesos, fiambres, tortas fritas, platos típicos hasta diferentes variedades de comidas criollas, según fuentes del lugar y videos documentados. La propuesta gastronómica se amplía con la posibilidad de almorzar en alguna de las parrillas y almacenes que dan vida al pueblo.