La pandemia de COVID-19 ha aumentado la conciencia sobre el alcance y las consecuencias de la falta de acceso a un suministro de agua confiable, y ha tenido un impacto en la capacidad de las empresas de abastecimiento de agua para realizar las inversiones de capital necesarias. Los países afectados por conflictos y fragilidad social son especialmente vulnerables a los desafíos relacionados con el agua y al deterioro de los servicios hídricos.