La forma en que nos alimentamos impacta de lleno en nuestro bienestar. Los números son alarmantes y las grasas y el azúcar están en el centro de debate.
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La mayor parte de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas que la desnutrición y el bajo peso al nacer.
La Organización Mundial de Salud (OMS) define la obesidad como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud y que además condiciona el bienestar integral de las personas.
Los datos lo corroboran. Desde 1975, este padecimiento casi triplicó los casos en todo el mundo. En Argentina, 6 de cada 10 adultos tienen sobrepeso u obesidad, según la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2018/2019.
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Lo escuchamos mil veces, pero los cambios en la forma en que las sociedades se alimentan encierran varias de las respuestas a las preguntas acerca de porqué siguen aumentando las cifras a nivel mundial. La realidad es innegable: los alimentos preparados en casa con ingredientes frescos sin procesar (o poco procesados) fueron perdiendo espacio frente a aquellos ultraprocesados que contienen exceso de azúcar, grasas saturadas y sodio. Quizás lo que deberíamos preguntarnos es acerca de la forma en que esos nuevos conquistadores nos están “alimentando”.
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En diálogo con Diario26, la Dra. María Alejandra Rodríguez Zía (MN 70.787), médica clínica y endocrinóloga, nos cuenta que por lo general la gente conoce como “azúcar” a la sacarosa, pero que en realidad es un producto industrializado que tiene muy pocos elementos conservados de la naturaleza que se originan de la caña de azúcar y de la remolacha.
“La industria se encarga de hacer muchos pasos químicos hasta que quedan unos cristales con conservantes y blanqueadores. Estos están formados por un disacárido (sacarosa) formado por glucosa y fructosa", indicó.
Marcando el punto, la especialista explicó que "el azúcar puede ser un arma de doble filo: por un lado, nos aporta calorías rápidas, es decir nos da energía, pero por el otro, no produce ninguna estructura, es decir no nos hace crecer. El término “alimento” viene de su raíz del latín que significa, aquello que ayuda a crecer, a nutrir. Entonces, “desde este punto de vista, tendríamos que contestar que el azúcar no es un alimento porque verdaderamente no está estructurando nuestro cuerpo", detalló.
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Hay casos de desnutrición que pueden estar dados por solo ingerir azúcar o los almidones, que se transformaran en azúcar. Esta ingesta brinda energía para sobrevivir, pero no aporta para el crecimiento o desarrollo. “Esto es especialmente importante en los niños porque se daría una carencia de grasas, proteínas, minerales y vitaminas, que son fundamentales para su crecimiento", dijo y explicó que este tipo de desnutrición se llama kwashiorkor.
"Las grasas si ayudan a producir energía y nos pueden ayudar a crecer y también estructuran nuestro cuerpo y el azúcar no; solo produce un tipo de energía rápida o sencillamente se almacena como grasa. Podemos entonces vivir sin el azúcar", sentenció.
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Haciendo lupa en las grasas, Rodriguez Zía explicó que cuando las empresas alimenticias venden sus productos con la etiqueta bajos en grasa, lo que hacen muchas veces es eliminar la grasa, pero le añaden azúcar. Es decir, “es 0% grasa, no es que engorda menos”.
"Desde los años 60/70 existe el mito de que la grasa engorda, entonces surgieron todos los alimentos con la etiqueta 0% grasa que por supuesto fueron aumentados en sus calorías en base a azúcar y sus derivados. Esto fue un engaño y verdaderamente un mito que se originó desde los conocimientos científicos errados y también desde un interés de la industria de los alimentos debido a la expansión del maíz cuando se origina el alimento transgénico", detalló.
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Ley de Etiquetado frontal. Foto: Archivo.
Un sistema de etiquetado frontal debe ayudar a las personas a identificar de manera correcta, rápida y sencilla aquellos productos que contienen cantidades excesivas de azúcares, grasas y sodio.
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A lo largo del año, la OPS/OMS, UNICEF y FAO han realizado diversas campañas de concientización y sensibilización, con el objetivo de alertar sobre la falta de información clara en el etiquetado de los productos alimentarios y bebidas sin alcohol, y sobre la necesidad de contar con una ley nacional que incluya la incorporación de advertencias sanitarias en el frente de los envases: Proyecto de Ley Promoción de la Alimentación Saludable: postura conjunta de OPS/OMS, UNICEF y FAO.
"Hay que comprar los alimentos absolutamente como lo da la naturaleza, los frutos secos, las frutas semi disecadas, la fruta fresca, las verduras, las carnes, los pescados, los huevos y evitar todo aquello que ha sido elaborado por la industria alimentaria", recomendó Rodríguez Zía.
La obesidad impacta de lleno en la calidad y expectativa de vida de las personas. El estigma, conduce además a consecuencias psicológicas y hasta interfiere en la decisión de adherir a un tratamiento. Es importante tener en cuenta que es una enfermedad crónica y de origen multifactorial que puede ser prevenida.
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La OMS ha comenzado una ronda de contactos con líderes políticos para luchar contra la obesidad. Asimismo, recomienda que el consumo diario de azúcar sea menor al 10% de la ingesta calórica total.
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Los adultos no deben ingerir más de 12 cucharadas de té por día, y hasta nueve cucharadas en el caso de los chicos. De esta manera se busca limitar el consumo de azúcares potencialmente nocivos para la salud, como los que se agregan a las gaseosas o el ketchup.
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