Berlín: turismo e historia en un solo paisaje

Llegar a esta ciudad mágica despierta no sólo la curiosidad por conocer un paisaje distinto del resto de Europa, sino la necesidad de recorrer lugares que contribuyeron a cambiar la historia del mundo. Por José A. Lemos

Todo turista siempre está habido por conocer nuevos lugares, culturas, costumbres, paisajes y todo lo que puede ofrecer de distinto cada lugar que uno visita. Pero llegar a Berlín es distinto…uno no necesita ir a al oficina de turismo para que lo guíen acerca de los lugares que debe visitar, porque las mismas calles de la ciudad nos llevan hasta distintos sitios que hacen emocionar.
Lo primero que uno quiere ver cuando llega a la ciudad, es el famosísimo muro de Berlin, pero al arribar al lugar quizás una desilusión nos invada porque es muy distinto a lo que uno se imagina. Al llegar al histórico monumento creí que iba a encontrarme con una imponente mole de piedra maciza que se vería desde varios metros, sin embargo no fue así….porque allí solo quedan vestigios de aquel muro que separó durante mucho tiempo a las dos alemanias, pero eso no es todo, porque la desilusión es mayor cuando uno descubre, a escasos metros, una tienda que vende “trocitos de muro” a 100 dólares la pieza, que no compré porque pude “pedirle prestado” unos pedacitos de su estructura al mismo muro, que atesoro con mucho recelo.

Sin embargo, a pesar de todo este comercio que se teje en cada lugar turístico, en el lugar se respira historia y confieso que me llegó a emocionar el silencio que reina e imaginé las escenas de sufrimiento de miles de alemanes que no pudieron pasar al otro lado, dejando su vida, familia y su propia historia.
A pocos metros de allí está la Puerta de Brandenburgo: Monumento situado en la tierra de nadie que había entre el muro mismo y los cuarteles y torres de vigilancia de la policía ( Volkspolizei ) de la RDA. Construida entre 1789-91 por Karl Gotthard Langhaus - emblema de Berlín y símbolo de la división y reunificación. Aquí desemboca la avenida "Unter den Linden (Bajo los Tilos)" en la "Pariser Platz", para continuar más allá de la puerta en la calle de 17 de junio.

Ahí, a un costado de la puerta, hay una salita muy pequeña denominada “la sala del silencio” que es en un espacio para la meditación y reflexión que ocupa la caseta al norte de la puerta y donde se puede encontrar gente de distintas religiones, color y nacionalidades, todo mirándose sin decir una palabra, pero con pensamientos comunes: el de estar en un lugar único regido por el sufrimiento, el dolor y la esperanza.

Caminando pocos pasos de la Puerta de Brandenburgo, se alza el imponente y moderno Reichstag (Parlamento Alemán): desde 1999 de nuevo sede del parlamento federal, hoy llamado Bundestag. En su reconstrucción, sólo se dejaron los muros exteriores; el interior es totalmente nuevo. Su cúpula, de cristal, es accesible a todos y ofrece una magnífica vista panorámica de la ciudad, sobre todo de noche, donde este viajero tuvo oportunidad de estar por unos minutos, contemplando una ciudad que se sigue integrando, tratando de salir del terror vivido durante años.

De la hospitalidad del pueblo alemán mucho no puedo hablar, porque a pesar que no tuve oportunidad de tener mucho contacto con ellos, toda vez que necesité hacerme entender (con mi precaria lengua alemana aprendida en el colegio secundario) pude hacerlo sin problemas.

Quedaría por mencionar de esta fascinante ciudad lugares como la famosa Alexanderplatz, centro del antiguo Berlín, donde el antiguo gobierno comunista de la RDA dejó su huella más visible y grandiosa en la actualidad. Cerca de esta plaza se haya la torre de televisión (Fernsehturm) de 365 metros de alto, que puede ser vista desde casi cualquier punto de la ciudad. Construida en los años 1960, actualmente la torre cuenta con un restaurante circular panorámico que gira sobre si mismo y desde el que puede verse una amplia visión de la ciudad.

Las inmediaciones de la Alexanderplatz están repletas de monumentos y grandes edificios antiguos, plazas y comercios de todo tipo, entre los monumentos destaca el Ayuntamiento Rojo (Rotes Rathaus) o la catedral (protestante) de Berlín (Berliner Dom), ambos edificios tienen una arquitectura particular. La catedral (católica) de Berlín se encuentra bajando por la avenida Unter den Linden justo entre la Ópera (una de las tres que tiene la ciudad) y el edificio conocido como la Kömode.

Para terminar este viaje diré que uno puede también abstraerse de la realidad y tomarse un copetín por el río Spree que se comunica por medio de canales navegables con el mar Báltico, se ensanchaba en Berlín formando un puerto fluvial. Serpentea por buena parte de la ciudad y sirve de marco a varios de los edificios mas emblemáticos.

Creo que a Berlín no se puede ir como un simple turista…sino que es necesario preparar la mente para poder sentir todo lo que irradia una ciudad incomparable.

José A. Lemos