Espíritu Adolescente
Los grandes recuerdan cosas de su infancia y adolescencia y los pibes se copan con lo retro. Los canales de dibujos animados cuentan con un 50% de público adulto y hasta la empresa de ladrillitos Lego cuenta entre sus clientes con más adultos que niños. El fenómeno ya fue bautizado por los cazadores de tendencias con el nombre pegadizo: Kidult (mezcla de “Kid” y “Adult”) o Adultescentes para definir a los adultos que consumen como chicos.
Cuando en 2003 la consultora Nielsen Media Research sacó a relucir el dato de que había más adultos de entre 18 y 49 años pegados a la pantalla animada de Cartoon Network que a la de CNN, los investigadores del mundo –de todas las disciplinas, quedaron sacudidos por esta tendencia. En la Argentina, la tercera edad no es un segmento rentable, por eso el mercado, -ni lerdo ni perezoso-, se sumó a la movida “adultescente”.
¿MARKETING O TENDENCIA?
"La juventud dejó de ser una edad para convertirse en un estilo de vida y por definición siempre busca renovarse”, señala Federico Bonomi, socio fundador de la marca Kosiuko. La firma descubrió la “adultescencia” como nicho, y lo hizo además, de la mano de una radio, una playa en José Ignacio y un bar en Punta del Este. Bonomi, de 38 años es otro de los empresarios jóvenes que aclara que en su empresa no se usa corbata.
Según Luis Massuh, gerente de marketing & retail de Sony Argentina “Suceden cosas que nos sorprenden. Por ejemplo, el minicomponente es un producto con mucha potencia, concebido para adolescentes, y sin embargo se lo están llevando muchos adultos. Es como que buscan sentirse más jóvenes.” Por eso la idea de la marca es representar un lifetsyle, una forma de sentir, remarca.
Pero la “adolescentización” que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó corriendo el inicio de la adultez a los 25 años, es un cambio mucho más profundo, y no se mide sólo en síntomas publicitarios. Más bien parecieran ser la consecuencia.
El Dr. Ricardo Rodulfo, profesor titular de la UBA de la cátedra de Psicopatología infanto-juvenil, advierte sobre la caída de las barreras rígidas entre las generaciones:“En estos momentos las oposiciones se están haciendo más ambiguas –incluso entre los géneros femenino y masculino-. El adolescente, por ejemplo, le está enseñando muchas cosas al adulto, que además tiene una actitud más lúdica”. La incertidumbre laboral y política también contribuye con esta tendencia.
VERSIONES CRIOLLAS
El mundo de la televisión es un terreno idóneo para el desfile de íconos adultescentes. Mario Pergolini es el ejemplo más transversal: si durante su programa de TV se viste de traje y vende autos caros, en la tanda aparece con una remera sentado anunciando al ganador de un concurso de una bebida cola.
Él, con sus 41 años, no deja de mostrar su estrecho vínculo con los jóvenes (aunque menos que antes, sigue siendo la voz con la que las marcas eligen llegar a ellos) y encima, comenta todas las novedades tecnológicas.
Mientras, Matías Martin, con un perfil más de hombre-cualquiera, repite con frecuencia en su programa de radio que para su último cumpleaños le regalaron un metegol y se declara fanático del “ataque ochentoso”, la música de su adolescencia.
A su vez, Lucas Jinkis, de 34 años, presidente del grupo Q de medios de comunicación, tiene en su oficina una colección entera de muñequitos de Toy Story, Shrek y Los Increíbles y se asume como kidult.
Se verá en unos años, -si es que ésta es una variable-, cómo envejece el fenómeno. Mientras, el Dr. Rodulfo vuelve a optar por la cautela frente a algo nuevo que advierte en variados aspectos cotidianos:“Una de las cosas que está en juego es que nadie sabe hoy muy bien qué es un adulto y esto plantea una cuestión difícil, de cambios profundos, pero sin ser negativa a priori”.