Biggs, leyenda y libro

Ronnie Biggs logró el sueño de todo ladrón auténtico, tras evadirse de la justicia británica durante más de tres décadas en Brasil, donde disfrutó del mar, la playa, las mujeres, se casó con una brasileña, tuvo un hijo y, fiel a su estilo de vida, se gastó todo el dinero que había robado en un tren en Glasgow en 1963.

Biggs nació el 8 de agosto de 1929 en Lambeth, Londres, por lo que este sábado festeja sus 80 años.

Salvando las comparaciones, Biggs es una suerte de Butch Cassidi de nuestra época, como aquel famoso ladrón estadounidense que robaba trenes y bancos hasta que murió en Bolivia, en extrañas circunstancias, en 1908, tras vivir también en la provincia de Chubut.

Después de robar el tren en Glasgow junto a otras 14 personas, ser condenado a 30 años de prisión y evadirse de la cárcel, el famoso ladrón británico logró ocultarse en Brasil, donde fabricó gorras, tazas de café y hasta remeras que conmemoraban su hazaña de evadirse varias veces de la justicia, con la leyenda: "Ronnie 3 -La Ley 1”, según informes de Internet.

Sin embargo, Biggs admitió en una oportunidad que, aún en libertad "era prisionero de sus actos”, tras integrar la famosa banda que en 1963 cometió lo que se llamó "El Robo del Siglo” , con un botín de 2,3 millones de libras de aquella época (47 millones de euros actuales).

Cuando se entregó en forma voluntaria a las autoridades británicas, en 2001, gravemente enfermo, admitió a los periodistas: "Mi último deseo es ir a un pub inglés y tomar una pinta de cerveza”, aunque nunca pudo concretar ese sueño, ya que cuando pisó Inglaterra fue a parar directamente a la cárcel.

Tal vez desde pibe había querido ser un ladrón famoso, aunque hasta entonces no se le había presentado una gran oportunidad. Por eso, cuando cumplió 46 años robó el tren postal real que iba de Glasgow a Londres, y posteriormente cambió su cara mediante una cirugía estética con la que logró burlarse de sus perseguidores.

Sus compañeros fueron capturados rápidamente y encarcelados, y Biggs fue condenado a 30 años de prisión. Sin embargo, tras cumplir 15 meses de prisión, logró huir de la cárcel en Londres-Wandsworth descendiendo de un muro por unas cuerdas que ingresaban en el agujero de un camión.

Así, Biggs se convirtió en el ladrón más famoso del Reino Unido, aunque finalmente en 1974 fue descubierto en Brasil, donde tenía una novia llamada Raimunda, bailarina nocturna y prostituta que estaba espeando un hijo suyo, según informes de la prensa.

De esta manera, burló una vez más a las autoridades británicas, al beneficiarse con una ley brasileña de no extradición, por lo que se convirtió en ciudadano brasileño.

Sin embargo, en 1981 fue secuestrado por un grupo paramilitar que intentó llevarlo a Inglaterra y cobrar una recompensa. Pero por esos designios del destino, el comando fue detenido en Barbados, donde Biggs argumentó derechos constitucionales y fallas
en los sistemas legales de ambos países para regresar a Brasil, donde en los últimos años sufrió varios ataques cardíacos, derrames cerebrales y un cáncer de piel.

El 7 de mayo de 2001, cuando tenía 71 años, Biggs regresó a Inglaterra y se entregó voluntariamente a las autoridades para beneficiarse con el sistema médico inglés.

"Soy un hombre viejo y me pregunto si realmente merezco un castigo de tal magnitud", dijo. "Sólo quiero la libertad para morir con mi familia y no en la cárcel".

Su hijo Michael abogó durante años por su liberación, ya que su padre era un enfermo terminal que, a su juicio, no constituía un riesgo para la opinión pública.

Biggs nunca se arrepintió de haber asaltado aquel tren en Glasgow, circunstancia que cambió para siempre su vida, una vida poblada de sueños y de numerosas aventuras, una vida que luego de aquel asalto quiso ser común como la de cualquier mortal que vive con su mujer y su hijo. Hasta que se le acabó el dinero…

"Considero que es buena la idea de haber participado", dijo, pensando tal vez que ya era un hombre famoso que había burlado la ley sin matar a nadie."Me dio un pequeño lugar en la historia". Sin dudas que Biggs logró su objetivo. Ni el detective Sherlock Holmes, aquel personaje entrañable del escritor británico Arthur Conan Doyle, lo hubiera imaginado.