Se cumplen 11 años del accidente en el que Gilda perdió la vida. Pero su violenta muerta generó un fenómeno místico que llevó a muchos de sus fanáticos a atribuirle poderes especiales.
Por Canal26
Viernes 7 de Septiembre de 2007 - 00:00
El 7 de septiembre de 1996, en el kilómetro 129 de la ruta 12, en la provincia de Entre Ríos, un colectivo se desplazaba en medio de una torrencial lluvia. A la altura de Villa Paranacito el conductor de un camión perdió el control del rodado, mordió la banquina y cuando trató de recuperar su trayectoria normal, se cruzó de carril. La colisión con el colectivo fue inevitable, y a causa del choque, el transporte de pasajeros dio varios tumbos y arrastró a otros dos vehículos que circulaban en la misma dirección.
Entre las víctimas fatales del accidente se encontraba Miriam Alejandra Bianchi, de 34 años; pero sus seguidores la conocían como Gilda, una estrella de la música tropical. Junto con ella fallecieron en el choque su madre y su hija Mariela, de 10 años, además de algunos de los integrantes del grupo musical que la acompañaba. El conjunto se dirigía a cumplir con una presentación programada en la localidad correntina de Chajarí.
Gilda había nacido el 11 de octubre de 1961 en el seno de una familia de clase media. A los 18 años contrajo matrimonio por primera vez y de esa unión nacieron sus hijos Mariela y Fabricio. Se recibió de maestra jardinera y comenzó a trabajar en distintos establecimientos educacionales, donde se distinguió por su especial predisposición para organizar festivales musicales.
Mientras trabajaba como maestra, Gilda se reencontró con un viejo amigo, 'Toti' Giménez, quien después de escucharla cantar le propuso que se profesionalizara como cantante en el género tropical. Giménez se convirtió entonces en manager y representante de la cantante, y posteriormente se casaría con ella. En 1983 salió el primer disco titulado "Gilda de corazón a corazón", y comenzó el acceso a la fama.
A pesar de que el reconocimiento del público fue importante, el verdadero "boom" en la venta de los discos de Gilda se produjo después de su muerte. Mientras vivió alcanzó un apreciable renombre en el ambiente de la música bailantera, pero ni siquiera ella misma llegó a considerarse una verdadera estrella de la canción popular. "Soy una trabajadora como cualquiera", solía repetir cuando, ya concretados sus primeros logros, la fama comenzó a tocar a su puerta.
La trágica muerte de Gilda convirtió sus grabaciones en un éxito total. Uno de sus temas, "No me arrepiento de este amor", que había sido un éxito en vida de la cantante, disparó sus ventas a partir de su fallecimiento. Lo mismo ocurrió con otros álbumes y hasta con recopilaciones de grabaciones caseras e inéditas que se comercializaron después de su muerte.
Su desaparición física, ocurrida en plena juventud, dio lugar a un fenómeno místico: no son pocos los que le atribuyen poderes especiales y le asignan la capacidad de conceder los deseos que se le piden; para otros, sólo se trata de un lucrativo negocio montado a partir de su muerte.
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