Rubén Orlando: "De peinar a Liza Minelli pasé a vender manzanas en una favela"
El reconocido estilista estuvo en "Toda la Tarde", programa que se emite por Canal 26, y contó cómo resurgió de las cenizas.
Una nota imperdible con un hombre que tras vivir el glamour de Punta del Este tuvo que reinvertarse en la Villa 31.
Por Canal26
Sábado 19 de Noviembre de 2011 - 00:00
Pasaste por momentos que una persona nunca querría pasar. ¿Cómo pudiste levantarte?
Hay un duelo normal que hay que vivir, si no sería demencial. Siempre me agarro de la frase de Facundo Cabral: “el que está deprimido es porque está distraído”. Yo tengo cuatro hijos y siempre fui un tipo muy laburador porque vengo de una familia muy humilde.
¿Te estás levantando de nuevo?
Sí.
¿Llegaste a caer en el peor de los infiernos?
El infierno era un poco lo que vivía antes, cuando uno creía que la gente que se acercaba eran amigos. Si no me hubiese pasado lo que me pasó, me hubiese ido de este mundo pensando que eso era real. Siempre fui de ayudar a la gente, nunca me olvido de los de abajo. El hecho del triunfo, las luces luego de venir de un pueblito en el que no había energía, te puede hacer olvidar lo que pasa abajo
Había un comercial que te presentaba como el peinador de las estrellas... Gracias a Cacho Fontana le corté el cabello y peiné a Liza Minelli, Carlos Monzón (que fue mi mejor amigo), Alain Delon, Jean Paul Belmondo, Paloma Picasso, Diego Maradona, Daniel Passarella, Gabriel Batistuta, Claudio Caniggia y Susana Giménez. A todos menos a Mirtha Legrand, nunca tuve ese honor.
¿Le seguís cortando a Diego?
Diego fue el primer tipo que me llamó cuando volví a la Argentina hace un año. Se portó bárbaro conmigo, fuimos a cenar varias veces. Cuando venía, teníamos que cerrar la peluquería. Un día apareció en el baúl de un auto. Siempre fui muy amigo de la gente del ambiente, como Jorge Rial, Luis Ventura y Alejandro Fantino, que son tipos que te dan una mano.
¿Y cómo se te ocurrió abrir un estudio en la Villa 31?
De un día para el otro me quedé sin un peso y me tuve que ir a Brasil con una pareja que era de ese país y de la cual me separé hace unos tres años. Ella y mi hija de 16 años se quedaron en Río de Janeiro. En Brasil empecé a vender “manzanitas del amor” porque las peluquerías importantes no me tomaban por no tener los papeles de residencia.
¿Cómo?
Un sobrino de mi mujer vendía manzanas en una favela, esas que vienen con pochoclo y acarameladas. Me las enseñó a hacer, me fui a vivir a la favela, donde las vendía o cambiaba por aluminio. Así me las rebusqué casi tres años. Después me separé, empecé a sentirme un poco solo y me volví liquidado, sin nada, y fui a parar a la Villa 31.