Tragedia ferroviaria de Once: "Tengo miedo de viajar"

Días después de la tragedia, uno de los sobrevivientes del trágico accidente ferroviario en Once, José Pasapera, visitó Canal 26.

“Subí en Ciudadela, no llegué a subir en la puerta de la tragedia porque la gente venía toda amontonada y era la hora pico. Empecé a quedar colgado, bajé, corrí a la primera vuelta y empecé a subir. Eso es todo los días... toda la gente viajamos como animales. Es imposible viajar a la mañana”, empezó contando este sábado.

El joven dijo que “no llegábamos a acomodarnos adentro porque era demasiada gente, el tren estaba retrasado. Siempre viajamos con las puertas abiertas”.

“Cuando estamos llegando a Once la gente pensaba que el tren iba a parar, que iba normal. No había diferencia de velocidad, el tren estaba acomodándose normal, para frenar y la gente se acomoda para bajar. Ahí sentimos el impacto y la gente cae uno sobre otro”, siguió narrando sobre el horror vivido en el tren.

“Sentimos un ruido, como un soplido, durante cinco segundos... cuando caen uno sobre otros, se golpean. Adentro fue una catástrofe, un infierno, algo para no poder olvidar, te queda adentro”, confesó a Canal 26 y dijo que “estaba en el centro del vagón, uno me golpeó la cintura, otro me golpeó la vista”.

José narró que “cuando traté de bajar, una señora mayor me dice 'flaco, ayudame que quiero vivir, no me quiero morir'. Empezamos a sacarlos por la ventana, con el dolor de la cintura que no podía más. Otro señor mayor me agarró y me dijo 'flaco, ayudame a mí también, no me dejés morir'. En ese momento traté de ayudar pero no podía porque estan retorcidos todos los fierros, había personas debajo de unos tratando de respirar. No se podía más, era lamentable. En ese momento empecé a llorar de impotencia al no poder sacar los fierros... a los señores los pude ayudar”.

Gracias a Dios, se salvó y pudo ayudar a los heridos: “Junto a otro pibe, con la policía y los bomberos intentamos ayudar... hasta que me dijeron 'flaco, sentate que no podés más”.

José trabajaba en un lavadero de auto. Ese día no llegó a su trabajo y quedó conmocionado por tanto dolor que vieron sus propios ojos: “Ahora tengo miedo de viajar, pido ayuda psicológica, no tengo trabajo”. Tiene mujer e hijos, alquila una pensión y pide que no lo abandonen después de esta tragedia que golpeó a todos.