El día que Carlos Gardel conoció a la realeza británica y le cantó un tango al rey

Ocurrió hace 100 años en 1925, en una estancia de 25 de Mayo. Detalles de un encuentro que parece sacado de la literatura.
El Zorzal Criollo cantó para la realeza
El Zorzal Criollo cantó para la realeza Foto: Archivo

El 17 de agosto de 1925 el entonces Príncipe de Gales, quien luego se transformaría en el rey Eduardo VIII, llegó a la Argentina con el objetivo de darle un empujón al comercio con Gran Bretaña. Su visita fue motivo de sucesivas historias que vale la pena recordar. Entre las funciones organizadas para agasajarlos, el gobierno nacional contrató al dúo Gardel-Razzano.

Lo que parecía un episodio de ficción sucedió en el país, un encuentro difícil de imaginar entre el cantante de tango más importante del mundo y un rey que abandonaría todo por amor.

Pasando revista a las tropas junto al presidente Alvear Foto: Caras y Caretas

Una agenda interminable y un encuentro increíble

La agenda de Eduardo fue más que atareada, podría decirse que no paró un segundo entre los eventos que incluían recorridos, comidas y fiestas. También realizó una gira por el interior. Visitó la ciudad de La Plata, Chapadmalal, Mar del Plata, la estancia correntina de Itá Caabó en Mercedes, y luego el establecimiento bonaerense Huetel.

Uno de los “regalos” fue una estadía en la estancia Huetel, propiedad de Concepción Unzué de Casares, en el partido bonaerense de 25 de Mayo. El viaje se inició el 25 de agosto en un lujoso vagón dormitorio, en la lista de pasajeros estaban los miembros de la realeza y varios sirvientes, el ministro inglés sir Beilby Francis Alston y el vicealmirante sir Lionel Halsley.

La medalla conmemorativa por la visita al país del príncipe Eduardo Foto: Caras y Caretas

Los anfitriones eran varias figuras de la historia argentina: el presidente Marcelo T. de Alvear; el ministro de Agricultura, Tomás Le Bretón; el de Obras Públicas y futuro presidente de la Nación, Roberto Marcelino Ortiz, y un invitado especial, el maharajá de Kapurthala. Llegaron a la estancia a las 7 de la mañana.

En la estancia no faltó nada: domas de potros, yerras, asado con cuero regado con vino local y whisky escocés. Para la parte artística estuvieron nada más y nada menos que Gardel y Razzano, con los guitarristas Ricardo y Barbieri y el valet Mariano Alcalde. Todos alojados en un pabellón secundario con la “servidumbre”.

Carta autorización al dúo Gardel-Razzano para cantarle al príncipe de Gales, 22 de agosto de 1925 Foto: Caras y Caretas

Un tango para el inglés

Gardel y los guitarristas comenzaron con Linda provincianita. El príncipe festejó la interpretación de los músicos, y seguidamente entonaron Galleguita, Claveles mendocinos, La pastora y La canción del ukelele. El Morocho del Abasto no paró de cantar.

Según Razzano, a la mañana siguiente “su alteza” quería sacarse una foto con los músicos, ataviados con la vestimenta gauchesca con la que habían actuado la noche anterior. Hay quienes afirman que cuando lo fueron a despertar a Carlitos, para cumplir con los deseos de su alteza, habría dicho: “¿Qué lugar es este donde no lo dejan dormir a uno?”. Y siguió durmiendo.

Eduardo volvió al país, en 1931, se volvió un experto y declaró ante la prensa cuáles eran sus temas preferidos: Perdida y Yira, Yira.

Carlos Gardel interpretando Yira, Yira

El inhóspito pueblo que asfaltó su calle principal para recibir al Príncipe de Gales

Años antes, en 1896, llegaba el primer tren al pueblo Ernestina -a 180 kilómetros de Buenos Aires- quien luego uniría destinos con este infame personajes de la realeza británica.

Su calle principal fue asfaltada-en realidad con brea y alquitrán- al esperar la visita real quien iba de paso hacia la estancia Huetel. Pero no todo lo que se transmite sobre lo sucedido es real. Hay quienes sostienen que el hombre bajó y caminó por estas calles, y los que dicen que en realidad nunca asomó sus narices del vagón.

Hoy pueblo fantasma, Ernestina atrae el interés de curiosos. Foto: Instagram @viejasestacionesypueblos
Hoy pueblo fantasma, Ernestina atrae el interés de curiosos. Foto: Instagram @viejasestacionesypueblos

“En realidad el príncipe nunca bajó en el pueblo; es un mito, una historia mal contada”, dijo el vecino Fernando Terrizzano a Clarín. “Según mi viejo, que en 1925 recién se instalaba aquí como el médico del pueblo, el príncipe pasó en el tren, pero... borracho; se sabe que pasaba gran parte del tiempo en ese estado", agrega.

"Sí es cierto que bajó en Huetel, la estación que estaba dentro de la estancia, desde donde mandó una foto en la que, montado en un caballo, saludaba al Dr. Keen, que era dueño de estas tierras. Pero en realidad nunca bajó en Ernestina”, cerró.