Por Sebastían Dumont
En la Argentina, Diciembre es un mes emblemático. No sólo la celebración de las fiestas, sino lo que trae como recuerdo de uno de los momentos más complejos de la historia de nuestro país. Desde aquel 2001, nunca más fue igual cuando se habla del último mes del año. Y ahora no será la excepción, en un marco donde la pandemia alteró todos los planes además de profundizar una degradación en los indices económicos y sociales como pocas veces se habían registrado anteriormente.
Aquellos agitadas jornadas del 20 y 21 de diciembre de 2001 marcaron un antes y un después en la historia argentina. La caída del Presidente Fernando De La Rúa junto a la sucesión de cinco presidentes en pocos días: Ramón Puerta, Adolfo Rodriguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde. Aquello sucedió en medio de saqueos, cortes de luz en la residencia presidencial de Chapadmalal y un acuerdo entre los senadores Raúl Alfonsín y el propio Duhalde para conformar un gobierno de coalición. Esas imágenes, aquellos momentos, oficiaron de fantasma siempre cuando se acerca el final del año en esta tierra.
En un 2020 tan particular, las dudas se acrecientan y los temores también. Es verdad que desde el punto de vista de la situación social, los números son peores que en 2001 con mayor pobreza y desempleo, pero con una acción más directa del Estado Nacional en contener a los sectores vulnerables. Todo ello a costa de un mayor gasto público que, desde aquellos años a la actualidad, se encargó de reproducir una maquinaria cada vez más grande y de difícil desarme. Es la que explica el crecimiento de los movimientos sociales hoy devenidos en gerenciadores de la ayuda social. La mitad de los argentinos recibe todos los meses un cheque del Estado. Y nada indica que se esté pensando en reformular dicha lógica. Las señales van en camino contrario. Más presión sobre la actividad privada bajo la excusa de la necesidad de un Estado presente.
La evidencia empírica se puede apreciar en la creación, modificación o aumento de más de 15 tributos en lo que va del primer año del gobierno de Alberto Fernández. A lo que se suman gobierno provinciales y locales. El presupuesto votado a finales de noviembre para 2021 lo certifican. La clase política sigue sin dar ningún gesto de austeridad. El esfuerzo es y será del sector privado. Ecuación muy rápida. A mayor presión impositiva, menor posibilidad de creación de trabajo, en definitiva habrá que esperar más pobreza. ¿Cómo se contendrá el crecimiento de esa pobreza? Con más asistencia social, es decir mayor gasto público. Un círculo vicioso que podría encontrar un límite inesperado: más economía en negro y salida del país.
Como suelen explicar varios economistas, el problema a mirar no es sólo el nivel de la presión impositiva sobre el producto bruto del país, sino el porcentual del gasto sobre ese PBI. Un ejemplo: Argentina va a cerrar el 2020 con aproximadamente un 56 por ciento del gasto sobre el PBI y una presión impositiva del 36 por ciento sobre ese mismo indicador. Es decir que el faltante entre un número y otro debe cubrirse de alguna forma. No hay muchas. Endeudamiento y emisión. Ambas nocivas para un país que no alienta la producción genuina de su industria y empresariado. A ellos les pone trabas y los mira como si se trataran de una vaca lechera cuya materia prima jamas se agotará.
El FMI pondrá un límite sobre la alta emisión que será de 2 billones este año. Lo sabe el ministro de Economía Martín Guzmán. El problema es político más que económico. Será una tarea difícil explicarle a su base electoral que el gobierno de Fernández, que vino a llenar la heladera, podría seguir vaciándola.
Una vez más, se torna importante en rol de los intendentes del Gran Buenos Aires para garantizar la paz social en sus distritos. Ellos, mejor que nadie, saben dónde podrían estar los focos de conflicto. Por eso hace tiempo se reúnen y trasladan su preocupación al jefe de Estado.
Si todo esto fuera poco, el último mes del año traerá la discusión en el Congreso de la despenalización del aborto que, como se sabe, divide a los argentinos. Este martes comienza el debate en las comisiones de la cámara baja que preside Sergio Massa. Buscarán que se trate el 10 de diciembre. Ese mismo día, Alberto Fernández cumplirá su primer año de gobierno. Lo recibirá con más dudas que certezas. Su gestión ha estado enmarcada en la pandemia que en su momento lo puso en lo más alto de las encuestas y ahora, su imagen negativa se acerca a la positiva. Pasaron muchas cosas. Pero el dato más relevante es que la propia Cristina Kirchner, que lo ungió en ese lugar, parece haber perdido gran parte de la confianza que en él había depositado. Las muestras son tan evidentes e inocultables que se observaron con los gestos y señales hasta en el velorio de Diego Armando Maradona.
Bienvenidos a Diciembre.
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