Por Canal26
Sábado 6 de Enero de 2024 - 04:48
Luis Ángel Reglero
Dafna (Israel), 6 ene (EFE).- "Así no podemos vivir", advierte a EFE uno de los desplazados en el lado israelí de la frontera con Líbano, donde la tensión crece cada día desde que comenzaron las hostilidades entre el grupo chií libanés Hizbulá y el Ejército de Israel, hace casi tres meses.
La sensación que se palpa en esta zona del norte de Israel es de un miedo creciente a un ataque como el que perpetró el 7 de octubre el grupo islamista Hamás desde la Franja de Gaza, que desencadenó la ofensiva militar israelí sobre el enclave palestino.
El temor a que también estalle una guerra con Líbano ha dejado vacías muchas poblaciones, como el kibutz Dafa, en cuyas calles desiertas se escuchan explosiones cercanas.
"Está completamente vacío", comenta ante los medios Arik Yakoviv, el alcalde, en una visita organizada por el Club de Prensa Jerusalén.
Sus mil residentes fueron evacuados poco después de comenzar las hostilidades en la frontera el 8 de octubre, al día siguiente del ataque de Hamás.
Desde entonces, los habitantes de Dafna, a solo un kilómetro de la frontera, vieron pasar sobre el kibutz proyectiles lanzados desde Líbano, como misiles antitanque, que en algunos casos llegaron a impactar, por suerte en cultivos, como los campos frutales que rodean la zona.
"Muchas veces las sirenas de alarma suenan después del impacto", relata Yakoviv, mientras recorre las calles en las que el tiempo parece haberse detenido, con las naranjas de sus jardines en el suelo sin nadie que las recoja.
Solo unos pocos son autorizados a volver unas horas cada día, en coordinación con los militares desplegados en la zona, para que no se pierda la cosecha de aguacate en sus campos, o para labores esenciales de mantenimiento o recoger cosas que no dio tiempo cuando tuvieron que evacuar deprisa.
Israel ha desplegado más de 200.000 soldados en su frontera norte, donde unas 80.000 personas han sido evacuadas, mientras que más de 70.000 han huido del sur del Líbano.
"Vamos a volver", subraya, pero "cuando sea seguro", porque por ahora sigue el miedo "a que caiga un misil" o aún peor, a una infiltración como la que realizaron miles de milicianos de Hamás el 7 de octubre en las aldeas israelíes aledañas a la Franja, donde masacraron unas 1.200 personas.
En esa línea piensa Avihay Shtern, alcalde de un kibutz cercano, Shemona, cuyas calles también están vacías y los negocios cerrados.
"Casi todo está cerrado, salvo servicios esenciales como los de salud", relata a los medios el alcalde de esta comunidad de unos 24.000 residentes, la mayoría evacuados a distintas partes de Israel, ya sea en hoteles, otros kibutz o en casas de familiares.
"Es una situación muy estresante", reconoce ante el creciente número de desplazados que piden la ayuda de un asistente social: "Nadie quiere tener que empezar todo de nuevo".
El líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, aseguró el viernes que han lanzado más de 670 operaciones contra Israel desde el comienzo de los enfrentamientos fronterizos, con una media de siete ataques diarios.
Desde el comienzo de las hostilidades, al menos hubo 177 muertos: 13 en Israel -9 soldados y 4 civiles- y 164 en el Líbano -incluidos 127 miembros de Hizbulá y 20 civiles-.
En Shemona han impactado unos 190 proyectiles, provocando algunos heridos y si no hubo muertos es porque fue evacuado, pues alcanzaron viviendas.
"A solo dos kilómetros de aquí están al otro lado de la frontera muy bien preparados", advierte en referencia a los milicianos de Hizbulá, "incluso mejor que en el sur", añade en alusión a Hamás.
"Es muy duro", subraya Shtern, pensar constantemente en "la amenaza de infiltración de miles de combatientes que quieren entrar a matar, violar y saquear".
El acalde comparte la sensación de muchos en la zona fronteriza: si no hay una solución diplomática, solo quedará ir a otra guerra como la que ya libraron Israel y Hizbulá en 2006.
Desde entonces no había tanta tensión en la frontera, pero el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, advirtió el jueves que el tiempo se agota para encontrar una solución diplomática.
Unos kilómetros más alejado de la frontera, el kibutz Hoan acoge a algunos de los desplazados.
Hagit Krasnerperes, de antepasados argentinos, su esposo y sus tres hijas adolescentes dejaron Dafna, porque "ya no es fácil vivir allí, hoy en día es una zona militar".
"Todos los días hay bombardeos, misiles", explica a EFE, y "es muy peligroso volver".
“No sabemos cuánto tiempo más tenemos que seguir así, dejamos nuestras casas, nuestros trabajos, (…) no sabemos nada, ni cómo estarán nuestras casas", prosigue.
Para ellos no es algo nuevo que Hizbulá clame venganza, ahora por la muerte el pasado martes del número dos de Hamás, Saleh al Arouri, en un ataque en Beirut del que se acusa a Israel sin que éste se haya pronunciado.
"Hizbulá siempre amenaza", sentencia, y “así no se puede vivir” eternamente en la frontera. EFE
lar/yo/alf
(foto) (vídeo)
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