La historia de los argentinos que viven en Dinamarca y comen basura
Tres jóvenes argentinos que residen en la localidad de Aarhus, una de las ciudades más grandes de Dinamarca, llevan un estilo de vida realmente muy curioso y particular.
Son ellos mismos los que cuentan que desde que se instalaron allí se dedican a Dumpster Diving ("bucear en la basura"), algo que también hacen muchos jóvenes del primer mundo que deciden, por propia voluntad y no por necesidad, comer los alimentos en buen estado que son tirados a la basura.
Ellos son Alessia Belpasso, una joven argentina de 25 años de edad, y Javier Eteves, de 26 años, quienes se conocieron en Nueva Zelanda hace dos años.
Durante un tiempo, viajaron juntos por el sudeste asiático, pero luego vieron inmejorable la oportunidad que se les presentaba para instalarse en Dinamarca y allí mismo decidieron quedarse.
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Pero no están solos. Julieta "Umay" Elias, de 27 años, era una compañera de la facultad de Alessia en Buenos Aires, donde ambas estudiaban para ser licenciadas en artes dramáticas. Hoy viven los tres juntos en un departamento alquilado en el sótano de una casa.
"Llegué hace unos días y ya fuí a conocer los tachos", cuenta Julieta.
Lo curioso e interesante del caso es que estos jóvenes saben muy bien cómo hacer para encontrar alimentos en buen estado en donde, se supone, no los hay. "Si una manzana está podrida tiran la bolsa entera, entonces vamos nosotros y encontramos que hay diez que están bien y solo una en mal estado", comenta Javier.
Y agrega: "Esto se da porque la gente vive en una abundancia tremenda. Van a comprar al supermercado porque existe un contrato social que dice 'es lo que tienen que hacer' y si vos vas al tacho ellos lo ven como que estás haciendo trampa".
Los tres jóvenes argentinos residentes en Dinamarca, tal como otros tantos que hacen lo mismo, tienen los mejores "tips" para hacer Dumpster Diving, según plasmó en una nota María Pettinelli en La Nación. Eso consiste en ir a las puertas de los grandes supermercados como también a otros lugares que regulan -de alguna manera- y reconocen este accionar.
Umay contó que pusieron una heladera y una alacena bajo techo en un estacionamiento en las afueras de la ciudad. Junto a esto, un cartel invita amablemente a la comunidad a donar alimentos que descarte por algún motivo e también a tomar los alimentos gratis.
"Esta ciudad es una locura", contó la joven. Y vaya si se las han arreglado a la perfección para vivir allí del modo menos pensado.
