El extraño síndrome genético que causa hambre constante y detiene el crecimiento: ¿de qué se trata?

Para algunas personas, alimentarse puede ser una obsesión y no se sienten llenos aunque coman quince porciones de pizza. Esta conducta podría ser síntoma de una extraña patología genética que comienza a desarrollarse a los 2 años de vida, el síndrome de Pradren-Willi.
Esta enfermedad cerebral causa en los humanos un hambre constante e imposible de saciar. Además, afecta gravemente el crecimiento de distintos órganos, no tiene cura y es hereditaria, por lo que debe ser diagnosticada a partir de un análisis específico.

Alimentación, comer, comida. Foto: Unsplash
Los principales signos del síndrome de Prader-Willi:
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- Apetito insaciable.
- Aumento de peso.
- Falta de desarrollo físico.
- Problemas cognitivos.
- Retraso motor.
- Dificultad en el habla.
- Problemas en el descanso.
Esta patología genética afecta la calidad de vida de los pacientes, debido a que el hambre constante los lleva a padecer obesidad y desarrollar Hipogonadismo, lo que afecta la salud de los órganos y podría causar la esterilidad.
Frente a este alarmante panorama, la endocrinóloga de la Corporació Sanitària Parc Taulí de España, Assumpta Caixás asegura: “Los profesionales de Pediatría cada vez están más concientizados y piensan en la posibilidad de este diagnóstico cuando nace un niño con hipotonía, es decir, bajo tono muscular".
¿Cuál es el tratamiento para esta enfermedad cerebral?
La doctora Caixás explica que aunque muchos piensen en este síndrome como una simple cuestión de conducta alimentaria, es un error, por lo que no es recomendable realizarse cirugías estomacales para tratarlo, ya que el problema está en el cerebro, no en el estómago.

Alimentación, comer, comida. Foto: Unsplash
En contrapartida, la experta recomienda hacer un abordaje multidisciplinar con los pacientes, debido a que esta enfermedad afecta distintos componentes del cuerpo y realizar un tratamiento endocrinológico completo que consiste en:
- Dieta y ejercicio físico.
- Sustitución con hormona de crecimiento en edades tempranas.
- Continuar con dosis de adulto.
- Sustitución con hormonas sexuales a partir de la pubertad.
- Tratamiento con calcio y vitamina D para evitar la osteoporosis.
- Terapia con fármacos neutros o que favorezcan la pérdida de peso si aparece la diabetes tipo 2.