“Marokkiat”, la serie éxito que libera las palabras de las mujeres en Marruecos

En solo unos meses, la serie difundida a través de la página de Facebook "Jawjab" tiene más de 6 millones de vistas y 2,5 millones de interacciones.
Marokkiat, serie de Marruecos
Marokkiat, serie de Marruecos

A cara descubierta hablan de violación, de homosexualidad, de acoso, de restricciones vestimentarias y de prohibiciones sociales... Con "Marokkiat", una serie web rodada en Casablanca, las marroquíes hacen uso de la palabra y rompen tabúes.

Desde el primer episodio, Zahra, una vendedora callejera de unos 40 años, declara con una carcajada que "no hay amor con el marroquí" y que "en Marruecos el amor es negocio". Desde entonces, en solo unos meses, la serie difundida a través de la página de Facebook "Jawjab" tiene más de 6 millones de vistas y 2,5 millones de interacciones.

"Tenía ganas de mostrar a mujeres en la calle, en esta calle hostil y salvaje que no les pertenece, para que puedan decir estoy aquí, existo, que se apropien de este espacio", explica Sonia Terrab, de 33 años, guionista y realizadora de Marokkiat ("Marroquíes" en el dialecto árabe local).

En su miniserie de 12 videos, 12 mujeres de todas las edades, "sencillas", "normales", filmadas de pie en la calle en plano ancho, comparten en 60 segundos lo que han vivido.

La serie "hace el retrato de una sociedad, de una feminidad a la marroquí", explica Sonia Terrab.


Los datos son elocuentes: más de uno de cada dos marroquíes reconoce haber acosado sexualmente a una mujer en el espacio público y más del 60% de las mujeres declaran haber sido víctimas de este tipo de agresión, según un reciente estudio publicado por la ONG Mujeres Magreb.

Sintomáticamente, hay más mujeres que hombres que consideran que la apariencia de la víctima provoca el acoso, según este estudio.

"He entendido que vivo en una sociedad en la que esté desnuda, vestida, en burka o incluso escondida bajo una sábana, el hombre te mirará siempre como una cosa", dice Jadiya, de 21 años, en uno de los episodios de "Marokkiat", contando lo que vive desde que lleva velo.

"La niña debe seguir unas normas y vestirse según el principio de los hombres para no tentarles: ¡cualquier cosa!", se indigna Nada en otro vídeo. "Como chicas, somos medio seres y eso, me molesta".

Salima, de 25 años, jefe de equipo en un grupo de comercio electrónico, escogió hablar de las agresiones verbales provocadas por su tatuaje, "percibido en la calle como un gran acto de rebelión".

"Tenía ganas de compartir mi experiencia diaria", explica a la AFP esta mujer que rechaza el calificativo de "militante" o "feminista" porque no le "gustan ni las casillas, ni las etiquetas".

Su testimonio fue visto 340.000 veces y lo que más le sorprendió "fue leer comentarios positivos". La experiencia le dio fuerza y valor: "Antes me decía bueno, no puedo cambiar las cosas, dice esta vital mujer.


"Cuando se expresan sin filtro en internet, las jóvenes tienen retornos en general muy violentos", subraya Fatim Bencherki, de 33 años, directora de la empresa Jawjab que produce "Marokkiat".

Filial de una compañía de producción local, Jawjab respalda a los jóvenes creadores de contenidos web proporcionándoles medios de producción. Su página Facebook difunde los programas, alimenta el debate y atrae pedidos para su producción digital, lo que permite equilibrar los gastos.

Con Marokkiat, "tuvimos una avalancha de respuestas, mensajes de apoyo, mensajes de amor, testimonios: muchas chicas se presentaron espontáneamente para hablar, liberar su energía, hablar de su vida simplemente", explica con satisfacción la responsable de Jawjab.

"Rompe con las creencias populares", considera recordando que Marruecos es un país aparentemente abierto en el que la autocensura es un tema real".

Porque las redes sociales cambian la situación. "Lo hemos visto con el fenómeno #MeToo en todo el mundo, se habla de la tercera revolución femininista", subraya Sonia Terrab.

La directora está convencida de que "la palabra ser está liberando en Marruecos: entre las mujeres jóvenes hay un verdadero deseo de emancipación, hablar en la calle y en el espacio virtual les molesta cada vez menos".