Sesenta y cinco minutos en escena le alcanzaron a la banda de Dave Mustaine para ratificar su poderío musical y de convocatoria, muy lejos de lo que algunos pretenden hacer creer. Recientemente operado del cuello, el vocalista dio todo lo que pudo dar y La Filármonica del Colorado debió lidiar con algunos problemas de sonido y una efusividad multitudinaria que por momentos sonó mas alto que el propio audio.
Por Canal26
Jueves 10 de Noviembre de 2011 - 00:00
Hay tipos y grupos a los que se les perdona todo, porque esos tipos y esos grupos dejan todo, aún cuando las condiciones físicas no sean las ideales.
Si uno evita informar que Dave Mustaine fue operado del cuello 50 días antes de llegar a Buenos Aires y a otros países de la región, además de omitir información, mas que válida, está faltando a la verdad.
Y si además se monta en una queja vana por 13 minutos de demora, la mala leche ya es evidente. Todo esto viene a cuento de una crónica no firmada subida al portal de Urgente 24 que desde el título destila mala intención ademås de la mencionada omisión.
El show de Magadeth en el poblado y más que efusivo Estadio Malvinas Argentinas de la porteña Paternal arrancó a las 21.13.
Trece minutos de demora. Trece se llama el último disco de la banda. Trece es un número vinculado a la yeta, desgracia o mala suerte. La mala suerte de no haber podido disfrutar más tiempo de la banda, una aplanadora del mejor trash metal del momento y porque no de la historia, atribuyámosela a la reciente intervención quirúrgica de Mustaine. Y punto, no agiten fantasmas, ni busquen polémica donde no la hay.
Quirúrgica y precisa fue la intervención de los músicos que en 65 minutos demostraron que pese a lo que pase, en escena son unos monstruos como pocos.
Trust e In my darkerst our arrancaron los primeros pogos, avalanchas y alaridos de unos 4500 jevis argentos, que luego de darse el gusto de ver un aperitivo de lo que sería la inminente vuelta de Malón , desatara el megamalón: todos y cada uno vociferaban las letras de las canciones, tapaban los instrumentos, desafiaban al ingeniero de sonido.
Tantos decibles abajo y en los cuatro costados, pudieron conspirar contra el audio fiel. Pero si de fidelidad se trata, nada como las megahuestes de Megadeth que siguieron dejando todo, como el cuarteto americano con Hangar 18, Wake up Dead y She Wolf.
De Th1rt3n, la reciente placa de la banda editada sólo hace días, Megadeth eligió Whoose life (is in aniway) y Public enemy Number One (que parece ser el cronista que anonimamente subió la crónica en Urgente 24) para seguir dando cåtedra de contundencia, virtuosismo y versatilidad en vivo junto a la esperada aunque tempranera – por todos los alicientes comentados – Symphony of Destruction, donde el Estadio todo quedo bajo el influjo de ese himno que en Buenos Aires suena como en ningún punto del planeta.
Así con los primeros acordes irrumpió el clásico “Me ga deth, Me ga deth, aguante Megadeth” y la banda extasió de ahí hasta el cierre con Pace sells y Holy Wars… donde Dave Mustaine, David Ellefson, Shawn Drover y Chris Broderick dejaron, como en los anteriores, la piel, la habilidad, el alma y todo lo que pudieron dar en la primera noche de su reencuentro con los porteños.
Breve, seguro. Intenso, desde ya. Polémico? Jamás.
Con sus entendibles limitaciones a cuestas, Megadeth demostró su eternidad y ratificó su eterna localía y vigencia.
Para todos. Incluido el cronista anónimo de Urgente 24, quien debiera oír mejor ese cåntico de guerra que también omitió resaltar y aún resuena: “Me ga deth, Me ga deth……. Aguante Megadeth!”
Por Sergio Corpacci
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