Ozzy Osbourne encendió la luz de las tinieblas

Clásico e inoxidable, el ex líder de Black Sabbath descolló en el Estadio Monumental. No faltaron los hits ni los cuernitos ni las cruces. Tampoco las tachas, en un show intenso e intachable. Vea la galería de fotos. Por Sergio Corpacci.

Por Canal26

Lunes 31 de Marzo de 2008 - 00:00

Pasadas las 22 de este domingo y luego de que Korn le haya dejado un escenario ni frío ni caliente desde los parlantes partía un “oeoeoeoe”. Ansiosos, sumisos y prontos a quedar extasiados, tanto el campo, como las plateas y la raleada general concedía: “Ozzy, Ozyyyyyyy". Era él quien arengaba, en bambalinas, gozando de su noche y haciendo enardecer a la multitud ya en llamas antes de arder.

Con el alarido por las luces apagadas se vio al ex líder de Black Sabbath, pero en sus ropas de devenido actorete. Si bien no era un capítulo de “Los Osbournes”, el famoso y primigenio realitie que primero sorprendió y luego infectó las TV del mundo, la faceta actoral del cantante amplió la ansiedad y en inglés. Quién sabía, entendía y reía. Quien no, padecía y aguardaba. Hasta que por fin, al fin, ese señor que dicen las crónicas de antaño le arrancó la cabeza a un murciélago durante un show estaba ahí, en vivo y en directo.

Tras las cruces blancas que en pantalla negra auguraban la irrupción de este Reverendo animal del heavy metal. Sonriendo cual demonio hizo pie y, con sus casi 60 años, sólo faltó que module su bendita garganta para que empiece a volarle la cabeza a esa multitud más apiñada en el campo que en todo el Monumental.

Y con “I don’t want to stop” demostró que ni él ni nadie en River quería parar. Sería el inicio de una prolífica lista de temas que fue alternando de acuerdo a su humor. Del bueno porque Ozzy, sonreía, se endiablaba o aniñaba ante tanto amor en clamor que le llegaba de todos los rincones del estadio. Y apeló al revisionismo con “Aullándole a la Luna” donde a más de uno le desempañó la vieja y eterna adolescencia. Y fue entrega, salto, cuernitos y piel de gallina en el recinto acorde con el sonar atronador de un clásico inoxidable.

“Suicide Solution”, “Mr Croowley” y “I’m Not going Awai” mantuvieron el clìmax de una afiatada banda en la que sobresalía la guitarra asesina de Zakk Wilde y las actitudes de un Osbourne en su salsa que no trepidó en mostrar las nalgas como de costumbre, tirar baldes de agua y reír como un poseso desde su pequeñez corporal toda de negro, como el género metalero manda.

Tronaron las estructuras del Monumental con los primeros acordes de "War Pigs", viejo tema de Sabbath que se hizo más que conocido en los 90 de la mano de los desaparecidos Faith no More por cuya resurrección multitudes ruegan y claman.

Luego llegó el turno de Wylde quien improvisó un solo de unos 15 minutos, un poco extenso por cierto, como prólogo a “Iron Man”, clásico Sabbathero.

Con “Believer or here for You” y “Change the world” bajaron un poco esos decibeles que quienes no abonan al metal agradecen, pero no la intensidad. Y fue tiempo de brazos que se mecían de un lado a otro que denotaron las influencias de Guns N Roses y coronaron un set melódico y potente.


Sobre los primeros minutos del lunes, “Paranoid” cerró una velada donde el rey de las tinieblas, mantuvo lo sagrado del metal y profanó mentes y corazones.

“Faltó No More Tears, no te puedo creer que bajón” se lamentaba un plateista junto a su amigo.

Había bajado el telón, el estadio seguía en llamas y estaba más que claro, no era tiempo de lágrimas.