Deep Purple en Bs As: una noche negra con sonido púrpura

Hard rock puro en Argentina de la mano de Ian Gillan y sus cuatro compañeros. Los creadores de “Smoke on the Water”, “Highway Star” y “Black Night” subieron a escena y desplegaron su música ante sus seguidores. Impecables como siempre, los viejitos piolas dejaron mucha adrenalina en una noche púrpura y ruidosa. Por Claudia Seta

Los viejitos demuestran, una vez más, que siguen rockeando como siempre. Es la mejor forma de comenzar el relato de la primera ruidosa noche de Deep Purple en Buenos Aires, festejando sus 40 años.

La gente aplaude cada vez más fuerte, para que ellos salgan a escena. La espera es ya imposible de contener. Aparecen ante su público mientras comienzan los primeros acordes. La banda más ruidosa del mundo toca en el Luna Park. Las luces son de color púrpura, ninguna casualidad.

Sus fanáticos cantan como en un estadio de fútbol los estribillos de cada uno de los hits. Ian Gillan, una de las voces emblemáticas de Purple (la otra es, sin dudas, la de David Coverdale) sonríe, levanta las manos y hace delirar a todos. Su voz está intacta, se atreve a hacer sus agudos sin titubear, seguro de poder llegar hasta lo más alto. Y lo logra. Su gente sabe apreciar su talento.

En el bajo, su inseparable amigo Roger Glover hace de las suyas. Con bandana sobre la cabeza, se mueve al ritmo de la música demostrando que está en forma. En la batería, otro de los legendarios Purple, Ian Paice, golpeaba cada vez más fuerte como para dejar en claro eso de la “banda más ruidosa del mundo”, título que tienen desde hace varios años.

¿Noche púrpura? Sí, pero también Noche negra. Se escuchan los acordes de “Black Night”, para deleite del público. “Lazy”, “Hush”, “My woman from Tokyo”, “Perfect Strangers” y “Space Truckin'”, entre otros, también son de la partida. El Luna es un estadio de fútbol, se escucha el “olé, olé, olé... Purple, Purple”. Es una fiesta donde es inevitable tener los pies quietos.

En esta formación, la guitarra está a cargo de Steve Morse, a quien no le pesa el nombre de Ritchie Blackmore sobre sus espaldas. Rockea, heavy metal puro, y se lleva todos los aplausos cuando hace ese solo donde incluye hasta temas de otras agrupaciones como el “Sweet child of mine” de Guns N’ Roses.

Los teclados pertenecen a Don Airey, que lleva a la perfección el sonido inigualable y particular de Purple. Todos los aplausos los genera su solo que incluye “Adiós nonino”, un himno de nuestro Astor Piazzolla. También juega con la intro de “La Guerra de las Galaxias” para hacer otro clásico de la banda. Puro delirio sobre el Luna.

Los aplausos se suceden, las ovaciones también. La noche se corona con dos de los temas más esperados “Smoke on the water” (Humo en el Agua) y “Highway star”. Es el momento más caliente y ruidoso. Ellos, sonrientes. Su gente, también. Culmina una velada inolvidable, otra más de las que están acostumbrados a dar.