La noche de octubre que duró 10 días: el evento en 1582 que cambió a la historia para siempre

Uno de los mayores enigmas de la historia es cómo se tomó la decisión de imponer el calendario gregoriano con el que aún medimos los días y meses. La respuesta se resume en un evento que lo cambió todo: un 4 de octubre de 1582, cuando el juliano dejó de existir.
Este cambio nació con la necesidad de llevar a la práctica uno de los acuerdos del Concilio de Trento, que era ajustar el calendario para eliminar el desfase producido desde el primer Concilio de Nicea, celebrado en 325. Esa vez se había fijado el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y las demás fiestas religiosas móviles.

La importancia de la religión
Toda esta idea tenía como objetivo regular del calendario litúrgico, pero no era posible hacerlo solo si no se introducían determinadas correcciones en el civil.
En el Concilio de Nicea se determinó que la Pascua debía caer el domingo siguiente al plenilunio posterior al equinoccio de primavera en el hemisferio norte (equinoccio de otoño en Argentina y en el hemisferio sur). En el año 325 había ocurrido el día 21 de marzo, pero con el paso del tiempo la fecha del acontecimiento se había ido adelantando hasta el punto de que en 1582, el desfase era de 10 días.
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¿Cómo fue posible esto? Se dio por un inexacto cómputo del número de días con que cuenta el año trópico. El calendario juliano instituyó un año bisiesto cada cuatro y consideraba que el trópico estaba constituido por 365,25 días, aunque la cifra correcta es de 365,242189 -pasada en limpio 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos-. Esos más de 11 minutos contados adicionalmente a cada año habían supuesto en los 1257 años que mediaban entre 325 y 1582 un error acumulado de aproximadamente 10 días.

El nacimiento del calendario gregoriano
Impulsado por el jesuita alemán Christopher Clavius, cambiaba la regla general del bisiesto cada cuatro años. En su propuesta se exceptuaban los años múltiplos de 100, con excepción de la de los años múltiplos de 400, que sí eran bisiestos.
Entre tanta confusión, la duración básica del año es de 365 días, los bisiestos de 366 días -cuyas dos últimas cifras son divisibles por 4, exceptuando los múltiplos de 100-. Este sistema sigue rigiendo en la actualidad. Así, el año 2000 fue bisiesto, pero 2100 no lo será.

Al jueves (juliano) 4 de octubre de 1582 le sucedió el viernes (gregoriano) 15 de octubre de 1582. Así, diez días desaparecieron debido a que ya se habían contado de más en el calendario juliano.
El calendario se adoptó inmediatamente en los países donde la Iglesia católica tenía influencia. Sin embargo, en países no católicos, como los protestantes, anglicanos, ortodoxos, y otros, este calendario no se implantó hasta varios años (o siglos) después, e incluso en algunos, se sigue llamando calendario juliano, para no reconocer la autoridad del papa de Roma en su implantación.
Las iglesias ortodoxas (excepto la de Finlandia) siguen utilizando el calendario juliano (o modificaciones del mismo, diferentes al calendario gregoriano). Fuera del mantenimiento de un calendario eclesiástico diferente en algunos países, el calendario gregoriano es el que se considera como base para el establecimiento del año civil en todo el mundo.



















