Israel, el ataque a Siria y el rediseño de Medio Oriente

A la continuidad bélica en Gaza se suma un hecho de alto impacto: el ataque israelí sobre territorio sirio, incluyendo zonas tan simbólicas como el entorno del palacio presidencial en Damasco y la ciudad de Sueyda.
Aunque no se trata del primer ataque sobre suelo sirio desde la caída de Bashar al-Assad, sí representa la ofensiva más contundente desde el cambio de gobierno.
De la tregua con Irán a los bombardeos en Gaza
Tras la intervención de Estados Unidos, Israel e Irán cesaron el intercambio directo de misiles, alcanzando una suerte de tregua, aún frágil y sin garantías de permanencia.
Con el frente iraní parcialmente contenido, Israel reorientó su ofensiva hacia Gaza, intensificando los bombardeos sobre el enclave. Los daños han alcanzado niveles difícilmente justificables, como lo demuestra la reciente destrucción de la única iglesia en la región Tres personas murieron y el párroco a cargo resultó herido.
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El contexto regional e internacional vuelve este hecho aún más significativo. Desde la salida de Assad, Siria se ha distanciado del eje iraní y se ha posicionado como un actor opuesto a la proyección persa en la región. Incluso permitió el uso de su espacio aéreo para el paso de misiles israelíes durante la reciente “Guerra de los 12 Días”.
En el plano global, Estados Unidos ha enviado señales claras de respaldo a la nueva administración siria: Donald Trump sostuvo un encuentro con Al-Joulani y, recientemente, Washington impulsó el levantamiento de las sanciones económicas que pesaban sobre el país desde hacía décadas.
¿Entonces por qué atacar?
A primera vista, el accionar israelí parece contradictorio: bombardea la capital de un país que ya no responde a Irán y que acaba de recibir el aval de su principal aliado internacional. ¿Qué explica entonces este curso de acción?
La política israelí ha demostrado históricamente su capacidad para leer y aprovechar los momentos. Siria, inmersa en una guerra civil intermitente desde hace más de 14 años, presenta hoy un Estado debilitado y unas fuerzas armadas erosionadas.
En ese marco, Israel podría estar aprovechando la vulnerabilidad de un enemigo histórico para avanzar posiciones y ganar territorio escudándose en la protección de minorías. ¿Es Siria de forma definitiva un Estado fallido? ¿Veremos entonces un reparto de en claves estratégicos entre los actores con intereses en la región?
Uno de los puntos estratégicos clave es el Golán, territorio parcialmente ocupado por Israel desde la Guerra de los Seis Días. La ciudad de Sueyda, centro histórico de la comunidad drusa, cobra aquí una relevancia especial.
El factor druso
Los drusos —presentes en Israel, Siria y Líbano— tienen raíces en el islam, aunque no se identifican como musulmanes. Su estructura religiosa es compleja, hermética, y combina elementos gnósticos e incluso hinduistas. En Israel, participan en las fuerzas armadas; en Siria y Líbano, en cambio, han mantenido una identidad más arabizada.
En las últimas semanas circularon denuncias sobre abusos cometidos por el ejército sirio contra la población drusa. Israel podría estar utilizando estos reportes como justificación para una intervención directa, disfrazada de acción humanitaria.
Más allá de las razones esgrimidas públicamente, la gran incógnita persiste: ¿Israel actúa por cuenta propia? ¿Sus acciones responden a una agenda nacional o a una estrategia compartida —aunque no siempre pública— con Estados Unidos?
Cabe sumar unas interrogantes más: ¿podría esta ofensiva buscar, además, erosionar la influencia turca en Siria, sabiendo que el actual gobierno de Damasco llegó al poder con apoyo clave de Recep Tayyip Erdoğan? Debilitado Irán, ¿será Turquía el nuevo gran adversario de Israel en Medio Oriente?