Una semana histórica: Messi debutó en el PSG y Ronaldo volvió al Manchester United, donde la rompió entre 2003 y 2009.
Lionel Messi y Cristiano Ronaldo
Por Franco Scandizzo
En esta era futbolera, dos tipos se adueñaron del mundo de la pelota. Potenciado un con otro, construyeron una dictadura comandada por sus miles y miles de goles y golazos. Lionel Messi ya debutó en la victoria del PSG frente al Reims y la locura causada en la cuidad parisina no afloja. Murales por doquier, fotos, imágenes y toda la capital francesa pensando en el rosarino.
Del otro lado, Ronaldo. Por premier, el Manchester ganó su partido 1-0 contra el Wolverhampton y los hinchas ya se regocijan por la vuelta del portugués: llevaron afiches y gigantografias al estadio. Es que son los “hombre récord” en todos los espacios donde se puede entablar un récord: la publicación del United sobre el regreso de Cristino a Inglaterra reunió casi 13 millones de "Me Gusta" en Instagram, un número inédito para un posteo de un club de fútbol.
Es que este es el mundo que se crearon Messi y Ronaldo. Ese mundo capitalizado y reinado por dos dictadores brillantes. Dos tipos que no prestan concesiones ni alteraciones de su liderazgo. Son ellos: un rey goleador cada día más goleador, a ese que llaman Cristiano sin inventar ninguna religión; y el otro rey, un jugador cada día más jugador, Messi. Cada domingo nace la reedición de una nueva puja entre ambos reinados con los mejores goles, las mejores gambetas, las mejores cinturas y las mejores mentiras para desarmar a los torpes rivales que osan obstruir su mandato imperial. Son portadores de los mejores ejércitos para dar esa batalla.
Y es que no. No pueden. No quieren. No conciben siquiera la idea. No les es posible salirse del autoritarismo y siguen gambeteando. Menos pueden reprimir las ganas de romper redes a bombazos.
Estos dos reyes aristocráticos parecieran ser quienes imponen las reglas del juego: "aquí solo gobiernan los más capacitados". Sólo ellos. Cristiano y Messi. Uno convertido en un excepcional e infalible ventajero dentro del área; el otro un irrepetible mecanismo consecutivo de espontaneidad y eficiencia. Cristiano y Messi. Los reyes de ese mundo. Los amos de la discordia entre el fanatismo y la prudencia de los ciudadanos que habitan ese mundo.
La era no acaba. Por el contrario, sigue y sigue vigente. Uno liderando desde un territorio nuevo, el de Messi en Francia, y el otro, el de Cristiano en Manchester, donde brilló y quiere seguir brillando.
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