La increíble vida del albatros errante, el ave migratoria más grande del mundo: puede volar 100.000 kilómetros al año

En las inmensidades del hemisferio sur, un coloso alado recorre miles de kilómetros con una elegancia digna de admirar. Se trata del albatros errante (Diomedea exulans), el ave migratoria más grande del mundo, cuyas hazañas aéreas y particularidades biológicas lo convirtieron en una especie fascinante para la ciencia y la conservación.
Con un tamaño que puede superar los 3 metros (alcanzando en algunos casos hasta 3,5 metros, el equivalente a una furgoneta pequeña) y un peso cercano a los 8 kilos, el albatros errante posee una anatomía que desafía los límites del vuelo de larga distancia.

Esta especie marina, que habita principalmente en los océanos del sur, puede recorrer más de 100.000 kilómetros al año gracias a su capacidad de planear durante días sin necesidad de batir las alas.
El “Proyecto Albatros”, una iniciativa impulsada por el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil, indica que esta ave es capaz de volar hasta 1.000 kilómetros por día, alcanzando velocidades de hasta 120 km/h.
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Su resistencia y dominio aéreo son producto de millones de años de evolución, en los que aprendió a aprovechar las corrientes de viento sobre los océanos para desplazarse con mínima pérdida de energía.

Sin embargo, el albatros errante no solo destaca por su tamaño o habilidad de vuelo. Su apariencia es también notable: posee plumas blancas, especialmente en los machos adultos, un pico de tono rosado y coberteras blancas bajo las alas.
Estas características permiten diferenciarlo de otras especies del mismo género. Además, puede vivir entre 40 y 50 años, un récord de longevidad dentro del mundo de las aves marinas.
El albatros errante, un viajero incansable que enfrenta amenazas
Pero la existencia de este viajero incansable no está exenta de riesgos. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el albatros errante está clasificado como especie vulnerable.

La pesca industrial representa una de las principales amenazas: al lanzarse sobre los cebos en los palangres, muchas veces quedan enganchados en los anzuelos y mueren ahogados. Esta problemática se volvió especialmente crítica en zonas como la Patagonia argentina, donde la interacción con las flotas pesqueras es constante.
A esta amenaza se suma la contaminación marina, en particular por plásticos. Investigaciones de National Geographic y otros organismos advierten que muchos albatros confunden estos residuos con alimento, lo que provoca bloqueos digestivos y, en muchos casos, la muerte.
Pese a estas dificultades, aún hay esperanza. Diversas iniciativas de conservación promueven prácticas pesqueras más seguras, como el uso de líneas con anzuelos hundidos o dispositivos ahuyentadores, que buscan reducir las capturas accidentales.
Además, se desarrollan campañas de limpieza costera y educación ambiental para mitigar el impacto de la basura marina. Proteger a esta ave es también proteger el equilibrio de los océanos.