Qué es la sacarosa, el azúcar que acelera el crecimiento de las plantas y les permite “sentir” la temperatura

Para la biología vegetal, la detección de la temperatura ha sido durante décadas un enigma. Según Philip Wigge, biólogo de la Universidad de Potsdam, “la detección de la temperatura es una de las últimas preguntas abiertas en biología”.
Las plantas, aunque son inmóviles, cuentan con múltiples mecanismos para percibir y adaptarse a cambios ambientales, y la sacarosa emerge, de esta manera, como un factor clave en este proceso.

La función del azúcar en el crecimiento de las plantas
El equipo liderado por Meng Chen, de la Universidad de California (EE.UU.) estudió plántulas de Arabidopsis thaliana bajo altas temperaturas y luz intensa. Allí, descubrieron que la producción y acumulación de azúcar permite sostener el crecimiento de los tallos, incluso reemplazando la función de sensores térmicos que actúan únicamente en condiciones de baja luminosidad o oscuridad.
Para confirmar este rol, los investigadores utilizaron mutantes incapaces de degradar sus reservas de almidón a temperaturas elevadas. Al suministrarles sacarosa externamente, los tallos volvieron a elongarse normalmente. Esto sugiere que el azúcar liberado funciona como señal molecular que supera las restricciones impuestas por proteínas específicas, ajustando el desarrollo de manera eficiente.
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Los resultados indican que las plantas cuentan con un sistema refinado de doble verificación: por un lado, la presencia de azúcar, y por otro, la desactivación de proteínas inhibidoras. Este mecanismo asegura que el crecimiento se adapte con precisión a las condiciones ambientales, evitando un desarrollo descontrolado.
No obstante, el estudio abre la puerta a aplicaciones agrícolas innovadoras, como optimizar el crecimiento de cultivos bajo estrés térmico y mejorar la resistencia de las plantas al cambio climático. Próximamente, los científicos planean investigar cómo el almidón se descompone con el calor y cómo los distintos orgánulos celulares coordinan la señalización para garantizar la supervivencia vegetal.

A modo de conclusión, es importante aclarar que la sacarosa no solo nutre a las plantas, sino que también las convierte en sensores inteligentes del calor, mostrando que, incluso en la inmovilidad, las plantas poseen estrategias sofisticadas para adaptarse a su entorno.