Qué quedó de la cumbre del clima COP30 en Brasil: más promesas que logros

Representantes de 190 países acordaron renovar los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, pero sin mencionar a los combustibles fósiles. También se prometieron más fondos para la adaptación climática y el cuidado de los bosques.

El presidente de la COP30, André Correa do Lago, asiste a la sesión plenaria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30).
El presidente de la COP30, André Correa do Lago, asiste a la sesión plenaria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). Foto: REUTERS

Tras dos semanas de negociaciones marcadas por las protestas de ONG y grupos indígenas, y la ausencia de Estados Unidos (el segundo mayor contaminador del mundo), la Conferencia del Clima de Naciones Unidas en la ciudad brasileña de Belem (COP 30) terminó el sábado 22 de noviembre con más promesas que logros.

Allí, representantes de 190 países ratificaron la necesidad de acelerar la implementación de los planes climáticos nacionales y fomentar la cooperación internacional para mantener vivo el objetivo del Acuerdo de París de no sobrepasar un aumento de 1,5 grados Celsius en la temperatura global promedio.

Sin embargo, el acuerdo -reflejado en un texto lavado (las resoluciones de la COP deben tomarse por consenso)-, no incluyó el compromiso de sustituir a los combustibles fósiles (principal fuente de emisión de gases de invernadero) por energías renovables.

Un asiento vacío de la delegación de Estados Unidos durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). Foto: REUTERS

La participación de Argentina, sin presentar compromisos de reducción de emisiones robustos y con marcadas contradicciones en su delegación (que se opuso, por ejemplo, a incluir la equidad de género y cuestiones relativas a los Derechos Humanos en la declaración de acuerdo final), quedó deslucida.

Compromisos voluntarios y acuerdos comerciales

Más de 80 países, entre otros Colombia y Alemania, impulsaban la inclusión de planes concretos para la transición energética, pero la propuesta fue rechazada por las naciones árabes, productoras de petróleo.

En su lugar, el acuerdo propone iniciativas “voluntarias” de abandono de los combustibles fósiles y de implementación de planes para detener y revertir la deforestación.

Paralelamente, 17 países signatarios del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles convocaron a una reunión internacional en 2026 en Santa Marta, Colombia, para establecer “el fin de la dependencia del petróleo, gas y carbón”.

Miembros de la delegación colombiana reaccionan durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). Foto: REUTERS

Además, por primera vez se incluyó a los “acuerdos comerciales” como un tópico de discusión en el mesa climática, a raíz de que la Unión Europea comenzó a imponer “impuestos en el borde de la frontera” a productos como soja, carnes, cacao, café y aluminio, cuya producción genere altas emisiones de gases de efecto invernadero.

Más dinero para la adaptación climática

En cuanto al financiamiento -uno de los puntos más álgidos en todas las cumbres climáticas-, el acuerdo final de Belem incluyó un llamado para que las naciones ricas tripliquen los fondos para ayudar a los países vulnerables a adaptarse a un clima cada vez más extremo.

Actualmente, el fondo de adaptación climática es de 34.700 millones de euros anuales (unos 40.000 millones de dólares). Sin embargo, según un informe del Programa de la ONU para el Medio Ambiente los países en desarrollo más afectados por el cambio climático necesitarán alrededor de 310.000 millones de dólares al año para 2035 (casi 8 veces más) para modernizar y proteger su infraestructura ante eventos climáticos extremos.

Miembros de las delegaciones discuten durante la sesión plenaria de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). Foto: REUTERS

Además, el documento condiciona la asistencia a la reducción del uso de combustibles fósiles (algo que varios países, sobre todo de África, cuestionaron señalando que no son los responsables históricos del calentamiento global.

Logros para los bosques y derechos indígenas

Una de las victorias que puede anotarse la COP de Brasil es la creación del Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), que pretende recaudar 125.000 millones de dólares mediante inversiones en bonos para recompensar a países que conservan sus bosques, al tiempo que se pagan intereses a los inversores privados.

De este total, unos 25.000 millones de dólares provendrán de fondos públicos en forma de garantías, diseñadas para atraer otros 100.000 millones adicionales de capital privado. Asimismo, este es el primer acuerdo COP que menciona a comunidades indígenas y afrodescendientes, a quienes el estado Brasileño reconoció mediante decretos del presidente Lula, la propiedad de sus territorios.

Conceder derechos sobre la tierra a los pueblos indígenas es clave para combatir la crisis climática, ya que las tasas de deforestación tienden a ser más bajas en las tierras que estas comunidades gestionan.

Mantener el clima en la agenda

Celebrada una década después del histórico Acuerdo de París, la COP30 también sirvió como un recordatorio de lo alejado que está el mundo de alcanzar sus objetivos. La ONU proyectó un calentamiento catastrófico, de entre 2,6 ºC y 2,8 ºC para 2100 si la humanidad continúa con sus actuales patrones de producción, consumo y descarte.

Los planes nacionales de acción climática (conocidos como NDC, que la ONU exigió presentar a los países antes de la COP30) mostraron ser muy poco robustos y quedaron en su mayoría muy lejos de alcanzar el objetivo acordado en 2015.

Finalmente, y tras largas discusiones, se decidió que la próxima COP será organizada por Turquía en conjunto con Australia. ¿Será la próxima, finalmente, una cumbre en la que la acción prime sobre las palabras?.