Es un destino ideal para los amantes de las ballenas y de la naturaleza, que invita a asumir un compromiso firme tanto en la preservación de estos mamíferos como en la protección de la variada fauna que lo habita.
A lo largo de la provincia de Chubut se despliega un asombroso paraíso: Patagonia Azul, que se extiende desde Comodoro Rivadavia hasta Trelew. Desde sus costas, en medio de la inmensidad del mar azul, es posible avistar a las majestuosas ballenas y sumergirse en la magia que irradian. Este santuario natural es el destino ideal para los amantes del turismo de naturaleza. Sin embargo, al mismo tiempo, nos insta a asumir un compromiso en su conservación y en la protección de la diversa fauna que habita en este entorno.
Desde las costas de Patagonia Azul es posible avistar a las ballenas.
El nombre de esta región proviene de la distinción otorgada por la UNESCO, que la reconoció como la Reserva de Biosfera Patagonia Azul, destacando así su inmenso valor en términos de conservación a nivel internacional. Con una extensión de 3,1 millones de hectáreas es la reserva de biosfera más amplia del país y la que contiene la mayor superficie oceánica.
Desde el año 2019, la Fundación Rewilding Argentina está llevando a cabo el ambicioso Proyecto Patagonia Azul, cuyo propósito es ampliar la protección de los ecosistemas marinos, trabajar en su restauración y fomentar una economía local a través del turismo marino y la producción regenerativa.
"Las ballenas desempeñan un papel ecológico fundamental, al punto de que se cree que si desaparecieran, el océano colapsaría", sostiene Diana Friedrich, coordinadora del proyecto Patagonia Azul para Canal 26.
A lo largo de su vida, estos cetáceos capturan mucho más carbono que un árbol. Además, ejercen una función crucial como agentes fertilizadores, dado que, al alimentarse en un área y luego migrar, transportan valiosos nutrientes a zonas menos favorecidas. Sus excrementos se convierten en una fuente de fertilización para el fitoplancton, atrayendo la presencia de peces, aves y mamíferos marinos.
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Cada año, la región se convierte en el hogar de al menos cuatro especies de ballenas. Allí, las ballenas encuentran un entorno que satisface sus necesidades esenciales de alimentación, reproducción y descanso.
La ballena franca austral, tal vez la más conocida de Argentina, puede alcanzar impresionantes dimensiones, llegando a medir hasta 16 metros y a pesar casi 40 toneladas. Este lugar suele ser un punto de paso frecuente en sus extensos viajes migratorios.
Una de sus principales características es su carácter confiado y curioso, lo que la lleva a acercarse con frecuencia a las embarcaciones. Tristemente, en tiempos pasados, esta peculiaridad la convirtió en un objetivo vulnerable y fue sometida a una intensa cacería que diezmó sus poblaciones en todo el mundo.
puede alcanzar impresionantes dimensiones
Sin embargo, desde la prohibición de su caza en la década de los 80', se inició un proceso de recuperación que avanza gradualmente. “Aunque las poblaciones están aumentando, nunca alcanzarán los niveles originales, porque hay tanta competencia del humano pescando en el mar que ya no hay la misma cantidad de alimento”, alerta la coordinadora del proyecto.
La segunda ballena que se puede observar, es la ballena Jorobada que puede alcanzar impresionantes dimensiones, llegando a medir hasta 16 metros y pesar 30 toneladas.
Es reconocida por sus elaborados cantos y cada ejemplar exhibe patrones de coloración únicos en sus aletas caudales, similares a las huellas dactilares de los seres humanos. La fundación aprovechó esta característica, para crear un catálogo que facilita su seguimiento y monitoreo.
La tercera es la ballena Minke, la más pequeña de todas, pero aun así supera los siete metros de longitud. Se caracterizan por su velocidad y, en contraste con las dos especies anteriores, muestran un nivel de curiosidad más bajo.
Aunque realiza migraciones entre la zona antártica y el sur de Brasil, ocasionalmente se le avista en las aguas costeras de la Patagonia Azul. En los últimos años, su presencia en esta región experimentó un notable aumento en frecuencia, apareciendo tanto en grupos como en forma solitaria.
La Sei es la tercera especie de ballena más grande que aún existe. Se distinguen por su notable velocidad y, curiosamente, eligen esta región como su lugar de alimentación durante un período de seis meses al año.
Al igual que la ballena Minke, la Sei fue objeto de una intensa caza. Actualmente, esta especie se encuentra en grave riesgo de extinción, ya que su población a nivel global disminuyó en más del 80% en las últimas tres generaciones.La S
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Las ballenas y el ecosistema marino se ven sometidos a diversas amenazas que ponen en peligro su existencia. Algunas de ellas pueden ser factores asociados a la contaminación plástica, el cambio climático y la sobrepesca.
Además, la elevada contaminación acústica provocadas por los barcos y las operaciones marítimas industriales y extractivistas, afectan la comunicación entre los cetáceos y otros animales marinos.
A esto se suma la pesca indiscriminada de krill en la Antártida (un crustáceo que sustenta a las poblaciones de cetáceos que realizan migraciones a esta región en búsqueda de este alimento). Por ello, esta actividad representa una amenaza directa para la supervivencia de las ballenas.
Los cetáceos enfrentan diversas amenazas que las ponen en peligro.
Asimismo, existe una creciente preocupación a nivel global por la posible implementación de la minería submarina y su potencial impacto en el ecosistema marino. Frente a este contexto, algunos países se encuentran inmersos en un debate de gran relevancia en el que se discute si deberían permitir o prohibir esta actividad en el futuro.
“Minar el fondo marino causaría un desastre ecológico irreparable a nivel mundial. Si se permite sería catastrófico”, advierte Diana.
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La Fundación Rewilding, a través de su proyecto en esta región, se esfuerza por promover una economía local restaurativa a través del turismo de naturaleza. Uno de los objetivos de esta iniciativa es involucrar a las personas, fomentar su comprensión y conocimiento sobre el crucial papel ecológico que desempeñan cada una de estas especies.
Este se considera un lugar perfecto para el avistamiento de ballenas desde embarcaciones durante todo el año, ya que durante el inicio del invierno hasta finales de octubre, es el momento en que se pueden avistar a las ballenas Franca Austral. Luego, a comienzos de la primavera aparecen las Jorobadas y, a partir de diciembre y hasta julio, es la temporada para apreciar a la Sei. Además, la riqueza y abundancia de la zona atrae a orcas, delfines y lobos marinos.
La protección y conservación de las ballenas plantea un gran desafío debido a la extensas áreas que abarcan durante sus migraciones. Por esa razón, la creación de áreas costeras de protección limitada no resulta efectiva.
Para responder a esta situación, el Proyecto de Patagonia Azul propuso la creación de una extensa área marina protegida, basándose en la agrupación de áreas más reducidas ya existentes dentro de un parque provincial. En ese sentido, Diana Friedrich enfatizó la necesidad de aprobar con urgencia esta iniciativa: "Es de suma importancia establecer grandes corredores marinos que les permitan realizar sus migraciones de manera ininterrumpida".
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