Laetitia Casta: “Mis pechos son Made in Normandía, hechos de mantequilla y crema fresca”
Se llama Laetitia Casta y nació el 11 de mayo de 1978 en la ciudad de Pont-Audemer, Normandía, Francia. Mide 1,71m. y tiene color de ojos azules y el cabello castaño.
Introvertida, familiar, en clase se dejaba llevar por su imaginación y en el campo se abrazaba a los árboles. La pequeña Laetitia fue embelleciendo tranquilamente por el curso natural de las flores al madurar.
Estando con su familia de vacaciones en la isla de Córcega, de donde es su padre, un día un fotógrafo, Frédéric Cresseaux, se fijó en ella. El azar fue el primer paso hacia una carrera meteórica, que la ha llevado a convertirse en una de las top models más cotizadas. Ya casi más actriz que modelo, ni los focos ni las cámaras han modificado su belleza silvestre.
A aquel contacto en un día de playa de 1993 le siguió una visita a la agencia de modelos Madison de París. Acompañada por su padre, la presentan al creativo de la agencia, y de él pasa inmediatamente a la directora de cásting de Elle. Su belleza desintoxicada sorprende a todo el mundo. El torbellino empieza a girar en torno a ella.
Ese año hizo su primer desfile, para Jean-Paul Gaultier y su primer gran debut en la publicidad impresa fue para la firma Guess, un año después, donde esta verdadera embajadora de las curvas generosas, sustituyó a la modelo alemana Claudia Schiffer.
Muchos enloquecen con su cuerpo con curvas que se diferencia de las modelos esqueléticas que triunfaban en aquella época. “Yo le digo a la gente que mis pechos son “Made in Normandia”, hechos de mantequilla y crema fresca”, dijo ella.
Laetitia también se convirtió en la imagen de Victoria’s Secret, la marca de ropa interior número uno de EE.UU. Otro contrato importante fue el desfile especial de celebración de los 40 años de creación de Yves Saint Laurent, donde tuvo el papel principal: llevar el vestido de novia.
Al año siguiente tuvo la responsabilidad de presentar su primer gran evento, el festival de cine de Cannes, donde evidentemente no es suficiente con ser bella. Presentar el Festival de Canción de San Remo, la hace famosa para el gran público, en parte, por la polémica que suscitó el hecho de que la presentadora no fuera italiana.
Después vivieron las tapas en las revistas de moda más importantes: Vogue, Elle, Cosmopolitan. La revista francesa “París-Match” declara que “el alma de todas las chicas pin-up de los años 50 se reencarnan en Laetitia”, y su belleza, ya inmortal, la convierte en un orgullo nacional. En el año 2000, el voto de 16.000 alcaldes la convierte en “Marianne”, símbolo de Francia.
Hasta se animó al cine. Ella consigue pocos títulos pero de lujo, como “Astérix y Obélix”, junto a Gérard Depardieu, la película más cara del cine francés en su momento. Tras protagonizar “Gitano”, junto al bailarín Joaquín Cortés, le llueven los proyectos. Con el soporte de público y crítica, la ninfa que revoloteaba en ese bosque de la normandía francesa está decidida a seguir triunfando por los senderos del séptimo arte.